tag:blogger.com,1999:blog-10167760396886155292023-11-15T09:35:15.394-08:00Concrete JungleLiberar el tiempo del mando, la ilusión del dinero, el deseo de la opulencia.Jorge Morunohttp://www.blogger.com/profile/10004336038431739666noreply@blogger.comBlogger30125tag:blogger.com,1999:blog-1016776039688615529.post-47109994906908120102011-11-08T04:05:00.000-08:002011-11-08T04:07:07.792-08:00¿A quién beneficial el 15-M?Redactado a 4 manos con Raimundo Viejo par Elconfidencial.com el 28/10/2011<br /><br /><br /><br />La concepción liberal-autoritaria de la política democrática nos tiene acostumbrados a interpretar la participación como un acto puntual, fugaz, casi como si de un favor se tratase. Y es que la participación en la res publica se limita, para una inmensa mayoría, al voto cada cuatro años; si es que se vota, claro.<br /><br />Cualquier otra forma de abordar los asuntos comunes es rápidamente acusada de salirse de los márgenes legales; de ser incluso un germen de golpes de Estado, como afirma Esperanza Aguirre sobre el 15-M. Afortunadamente, poco a poco, se va superando esa concepción constrictiva de la política donde los únicos que pueden participar en ella, más allá de las consultas plebiscitarias que conocemos como “elecciones”, son mercados, políticos y medios de comunicación. Con el 15-O [la jornada de movilización de los ‘indignados’] se ha liberado esa subjetividad plural, la multitud, que se define por su irreductibilidad a una única lectura de su ser; a un planteamiento concreto, representable y, por lo tanto, difícilmente recuperable para el régimen de poder en vigor.<br /><br />Todo el mundo esperaba que con el 15-M se produjese una especie de mímesis callejera, de lo que suele acontecer históricamente con las luchas políticas que acaban integrando las instituciones del régimen: primero una algarada temporal abocaría a la estructuración del cuerpo social de la protesta en alguna modalidad organizativa de masas (partido, sindicato, ONG u otra). Gracias a esta organización resultaría posible, seguidamente, acometer la eliminación de pluralidad del cuerpo social (a la manera de lo que los constitucionalistas alemanes del siglo XIX llamaban reductio ad unum). Finalmente, la cooptación de unos pocos líderes sería un costo económico asumible y en consecuencia, la protesta se diluiría con apenas algún guiño superfluo y la incorporación del aparato simbólico generado por la movilización (a la manera en que, por ejemplo, hoy todo el mundo se reconoce en los símbolos del feminismo, el pacifismo, etc.).<br /><br />Organizaciones de masas<br /><br />De lo que se trata con el 15-M, sin embargo, es de otra forma de hacer política, otra lógica propia de otra agencia; una agencia alejada por completo de las formas con que funcionan las organizaciones de masas (partidos, sindicatos, etc.). El 15-M significa, ante todo, una transformación sobre el conjunto de supuestos que hasta ahora gobiernan la vida y cuestiona la definición liberal de democracia. En un tiempo en el que esta variante de democracia entra en una profunda crisis al verificarse que la soberanía ya no reside en los votos, sino en los mercados y las agencias de rating, la contestación no se limita a una mímesis de las lógicas organizativas que han guiado los procesos históricos conocidos (la serie eclosión, organización, elitización, cooptación, disolución del movimiento). Aprendidas las lecciones del pasado hoy se va más allá, se reclama una democracia progresiva, más acorde a la constitución material de la realidad contemporánea.<br /><br />Lo que practican los ‘indignados’ se puede definir como política de movimiento y, a diferencia de las políticas de notable y partido que en las últimas décadas han desdemocratizado las democracias liberales (demostrando las propias limitaciones democráticas de éstas), es una agencia política. Una agencia de democratización que no teme romper el actual estado de cosas por medio de la desobediencia civil para proyectarse más allá de éste, en un horizonte constituyente que realice el gobierno de la democracia absoluta. El 15-M, el 15-O, los momentos de ruptura que sin duda seguirán, no son simples demostraciones de masas en las calles; no son el primer paso de la secuencia apuntada. No habrá eclosión, organización, elitización, cooptación, disolución del movimiento. En vano, las organizaciones de izquierda intentan de manera oportunista hacerse con un “capital político”.<br /><br />En el 15-M no hay un capital político: hay un común. Por eso la relación del 15-M con el 2-M o la del 15-O y otros eventuales momentos de ruptura por venir con el 20-N no se puede determinar en los parámetros de un efecto causal (o causado). Si se quiere comprender la relación entre el movimiento y las elecciones del gobierno representativo, se debería adoptar una perspectiva diferente que comprendiese antes la profunda crisis en que se encuentran las segundas, para así poder entender cómo opera el primero.<br /><br />Fracaso de la movilización<br /><br />Y es que, como ha demostrado el 15M a partir del 23M, y como seguramente demostrará el 15O después del 20N, las elecciones son contingentes al movimiento y no al revés. Adelantar la lectura de los resultados del 20N como fracaso de la movilización de la izquierda y triunfo apabullante de la derecha es sólo algo que adquiere sentido en el marco interpretativo de la gramática política en la que se inscribe la democracia liberal. Esa misma democracia cuyo principal mecanismo institucional (el gobierno representativo) la ciudadanía (el supuesto soberano, ¿recuerdan?) dice que ya no opera (“No nos representan”) y que es preciso abolir (“Este sistema, lo vamos a cambiar”).<br /><br />Al igual que de cara al 22M, de cara al 20N se quiere presentar la acción colectiva como un cálculo fallido, como la imposibilidad de conseguir lo único que se puede conseguir: incidir sobre el resultado electoral. Tal es el primer paso de toda profecía que se autorealiza (self-fulfilling prophecy), esto es, de ese mecanismo que nos presenta una definición “falsa” de la situación (la victoria del PP como única perspectiva) que desencadena un nuevo comportamiento (el comportamiento electoral).<br /><br />Este hace que la falsa concepción original de la situación se vuelva ‘verdadera’ (la eventual victoria del PP sea vivida como la confirmación de que salir a la calle no valía de nada dado que sólo existía el escenario electoral). Así opera la manipulación mediática. Pero tampoco esto es nuevo al movimiento y por eso la trampa representativa de la profecía que se autocumple no irá muy lejos. Y es que, mientras haya crisis y el mando no cambie de estrategia, tras el 20N la crisis del régimen será aún mayor y el horizonte del movimiento seguirá abierto.Jorge Morunohttp://www.blogger.com/profile/10004336038431739666noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1016776039688615529.post-73047479681366431172011-09-28T03:19:00.000-07:002011-09-28T03:20:43.195-07:00Lo importante no es la caída, sino el aterrizajeLas crisis pueden resultar muy sintomáticas, en especial para verificar de qué masa está hecha realmente nuestra cultura política. En nuestro caso, se suelen recordar aquellos tiempos de “España va bien”, “crecemos por encima de la media europea”, como momentos de euforia y de buen rumbo. A día de hoy en cambio, se repiten frases del tipo: “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”, o en una ilusión pasajera de la que todos hemos sido artífices. Me gustaría aclarar algunas cuestiones acerca de la mitología del crecimiento del ladrillo y del “dinerito en el bolsillo”. Por un lado, resulta hipócrita escuchar acusaciones de este tipo, cuando la deuda ha sido el motor del crecimiento económico en los últimos 20 años. Al mismo tiempo, cabe desmentir ese achaque a la responsabilidad colectiva del despilfarro, que por cierto, sobre todo obtuvo beneficio privado.<br /><br /> <br /><br />La gente, ¿sabía en lo que se metía?<br /> <br /><br />A principios de siglo XX, la palabra consumo se asociaba a un significado banal o simplemente técnico propio de la economía. El consumo no llegó a ser realmente preponderante hasta los años 50 y 60 cuando el ciclo de inclusión salarial y de consumo en masa alcanzó su clímax. Pero incluso en la gran explosión del consumo de masas, de objetos y bienes duraderos –coches, electrodomésticos-, éste todavía no alcanzaba el papel cardinal de nuestros días. Todavía se lo seguía viendo de forma utilitaria para satisfacer la producción y aún no, como la piedra angular que estratifica y delimita la inclusión social.<br /><br /> <br /><br />De los años 70 en adelante, con mayor o menor aceleración o resistencia, la lógica que se ha ido haciendo hegemónica es otra muy distinta. Se trata ahora, de poner el foco en el consumo para optimizar la producción; hacer de los anhelos y deseos de la población la fuente de la riqueza. Entre otras muchas urgencias, se encontraba la necesidad de maximizar beneficios empresariales. Para llevarlo a cabo, se precisaba liquidar las condiciones laborales, reducir capital físico y personal y hacer del acceso al salario un lujo en lugar de un yugo. ¿Pero cómo se pueden abrir nuevos mercados de consumo si el salario ya no está garantizado y cuando se consigue, tampoco garantiza mucho?<br /><br /> <br /><br />La masiva rebaja de salarios y la flexibilización defensiva de la industria tiene como consecuencia dos grandes aumentos: El de la deuda/crédito colectiva-beneficio privado y el aumento de la precariedad.<br /><br />Se nos dijo que había llegado “el fin de la historia”, que de ahora en adelante todo era un crecimiento infinito y no había nada por lo que temer; algo que ahora se nos presenta como una verdadera farsa. Si no llega a ser porque millones de personas se hipotecaban por ese nuevo objeto del mercado –la vivienda-, o por el coche y la pantalla de plasma, esa época que tantos ahora añoran no hubiera existido. Los mismos que han puesto todo tipo de facilidades para que la gente se endeude y consuma, los mismos que han fomentado –y beneficiado-, de la cultura del propietario, escorando al ostracismo cualquier idea de alquiler social, ahora son los abanderados del culto a la austeridad. A las personas les sucede al revés que a los mercados y los especuladores: primero se les anima a hacer algo y luego se les castiga por ello.<br /><br /> <br /><br />La crisis ya existía, ahora sólo se ha extendido.<br /><br /> <br /><br />Solemos confundir prosperidad con circulación de dinero. Viéndolo así, deberíamos ser uno de los países más prósperos dado que la mitad de los billetes de 500 euros de toda Europa, se encuentran dentro de nuestras fronteras. Lo mismo cabría decir de los 80.000 millones que se defraudan a hacienda y de un largo etcétera de rasgos nacionales. Pero no es así, de hecho nunca lo ha sido; tampoco en la España de la “bonanza”. El espejismo del ladrillo y el turismo descansa sobre las espaldas y mentes de todo un ejército poliforme de precarios y precarias. Mientras brotaba la idea de ese capitalismo popular, donde cualquiera creía convertirse en un inversor si contaba con cuatro paredes, millones de personas quedaban excluidas y veían como se alejaban sus esperanzas de alcanzar una estabilidad digna. No todos han vivido por encima de sus posibilidades, más bien, algunos lo han hecho gracias a que muchos otros han visto reducidas las suyas. La precariedad vital es al tiempo, punto de partida y consecuencia del tan laureado modelo de crecimiento español.<br /><br /> <br /><br />En el año 2006 saltan las alarmas cuando tienen lugar una serie de concentraciones y sentadas reclamando una vivienda digna. Sucedía por primera vez que los perjudicados ponían el grito en el cielo, cuestionando las bondades de la columna vertebral del PIB español. Tras varias portadas en los medios de las manifestaciones por una vivienda digna, el gobierno opta por dar un poco de zanahoria y otro de palo. Por un lado renta básica de emancipación a los jóvenes, que no resuelve nada, pero que algo le resuelve a quien la recibe y al mismo tiempo, acusa de hasta 6 años de cárcel a un total de 9 personas por defender un derecho común.<br /><br /> <br /><br />Hoy, debido a la reactivación política que ha generado el 15M, el tema de la vivienda vuelve a estar sobre el tablero. Es un buen momento para volver a calibrar nuestra deficiente cultura democrática. Nuestro caso recuerda a las palabras de la famosa película francesa El odio –La haine-, que nos advierte diciendo: Hasta ahora todo va bien, lo importante no es la caída, sino el aterrizaje; esperemos que el próximo 3 y 4 de octubre, él de los procesados por una vivienda sea lo más suave posible, por el bien de nuestra cultura política.Jorge Morunohttp://www.blogger.com/profile/10004336038431739666noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1016776039688615529.post-80379636978729079212011-03-22T03:03:00.000-07:002011-03-22T03:04:26.450-07:00La juventud y la política: pasotas y comprometidosCuando queremos medir la calidad democrática de nuestras sociedades en general y de España en particular, se suele tomar como referencia –entre otros-, el índice de participación en unas elecciones. Por lo tanto, si deseamos conocer el grado de compromiso que mantiene la juventud española en relación a la política con mayúsculas, los índices de votación, vendrían a hacer de vara de medir. <br /><br />Sobre esta premisa se basan todos análisis institucionales y estudios propios de la corriente principal –mainstream-, pero ¿son del todo ciertos?, ¿son suficientes para conocer el nivel de politización de la juventud? Existe una multiplicidad de cuestiones, que exceden un marco analítico que trata los hechos como si de un mecanismo funcional, en ausencia de modificaciones se tratara.<br /><br />Maquiavelo, padre de la política moderna, ofrece entre sus grandes aportaciones, la consideración del conflicto como una parte intrínseca del propio desarrollo político y no como algo anecdótico. Un conflicto, que la ciencia política más al uso ha creído saber desterrar, gracias a la gestión institucional, a su canalización a través de medios claramente identificables y reflejados en las constituciones y regímenes políticos en vigor. En consecuencia, la relación entre participación política y ciudadanía, de interacción democrática, viene únicamente definida por los cauces institucionales que contiene el marco constitucional. Desde esta perspectiva, se niega toda capacidad de cambio histórico y se asimila una perfecta combinación y equilibrio constitución formal y constitución material, que además tiene un carácter perenne en el tiempo. <br /><br />Un discurso retórico<br /><br />El binomio jóvenes-voto, como sinónimo del interés por la política, no tiene ningún fundamento que no sea puramente retórico. Pueden darse casos en los que una persona acuda a votar, pero no por ello, significa que se interese por la realidad política; más allá del trámite de diez minutos que lleva depositar la papeleta. Al contrario también puede ocurrir; jóvenes que no participan en las elecciones pero que mantienen una efervescente actividad política o social en el transcurso de su vida cotidiana. <br /><br />¿Son necesariamente pasotas los jóvenes que no votan y comprometidos los que sí lo hacen? Ninguna de las dos opciones guarda una conclusión determinista y además no son incompatibles entre sí. Es entonces, cuando debemos ampliar nuestro foco de estudio e incluir otras formas de expresión política, más allá de la oficial, que a menudo son denostadas como una política del abismo, fuente de anomia y caos. La llamada política contenciosa, es decir, la política que actúa desde los márgenes de la oficialidad y excede el marco institucional, viene a ser cada vez más central, en una época de creciente desafección hacia la política representativa. <br /><br />Tanto es así, que en el último informe sobre el estado de la democracia en Catalunya, se han incluido estudios que abarcan formas no oficiales de hacer política, con la intención de comprender la actualidad de los tiempos que corren. <br /><br /> <br />Los niveles de disruptividad –de ruptura con la normalidad-, en los distintos casos estudiados, arrojan indicadores para nada despreciables si realmente se quiere comprender la actividad política de los jóvenes y la población en general. Ejemplos como el movimiento universitario contra el llamado Plan Bolonia, o el movimiento por una vivienda digna, desmienten en gran medida, el pasotismo de una juventud hundida en el botellón y el ocio en general. <br /><br />La creación pasajera de instituciones que cuentan con un nomos -normas- propio, en la manera de gestionar las decisiones políticas, se encuentra en las antípodas de un rechazo en la participación de las cuestiones comunes, de la política. Algo muy distinto de la lectura hecha desde las instituciones, puesto que, se acerca más al rechazo de una forma concreta de entender la política, que a la política en sí misma. El ejemplo tunecino o el egipcio, vienen a cristalizar la magnitud de la política contenciosa y la influencia en la realidad de altos niveles de disruptividad; pero no es una particularidad del mundo árabe.<br /><br />Rechazo institucional<br /><br />En Grecia, los niveles de desafección hacia la política representativa nunca han sido tan altos, lo que no impide que la politización entre los jóvenes haya crecido desmesuradamente casi de manera paralela al rechazo institucional. <br /><br />Hace unos días, miles de jóvenes portugueses salieron a la calle bajo el lema “generación en apuros”, sin el apoyo de los partidos, y cuando así sucede, el partido tiene que adaptarse a las formas de la política de movimiento y no al revés. Este mismo periódico, se hacía eco de una campaña lanzada en las redes sociales por una asociación universitaria de la Complutense, llamada Contrapoder, que camina en la misma línea discursiva que la de los portugueses: “No vas a encontrar trabajo fijo en la puta vida. Sin curro, sin casa, sin pensión: no hay futuro para la generación precaria”. <br /><br />Estas y otras campañas, como la prevista en España para el 15 de mayo, que abogan por “una democracia real ya”, cuentan ya, con más de 13.000 asistencias confirmadas en Facebook. Una idea que no se limita al caso español, como demuestra el movimiento violeta en Italia o la reciente la campaña inglesa donde todo un conjunto de entidades llaman a la movilización en Londres para el día 26 de marzo. <br /><br />Sin duda, las redes sociales de internet facilitan y sirven de multiplicador de la difusión de las demandas y aun no siendo la causa de ninguna movilización, si que pueden entenderse como un síntoma de la insuficiencia democrática de los actuales cauces instaurados. A fin de cuentas, la imposibilidad de erradicar el antagonismo, es algo que Maquiavelo ya atisbó cuando escribe sus discursos sobre la obra de Tito Livio: “Toda ciudad debe arbitrar vías por donde el pueblo pueda desfogar su ambición, sobre todo las ciudades que quieran valerse del pueblo en los asuntos importantesJorge Morunohttp://www.blogger.com/profile/10004336038431739666noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-1016776039688615529.post-46006973127771750322011-03-16T02:53:00.000-07:002011-03-16T02:55:10.320-07:00La comunicación como campo de batalla: El absolutismo de la extrema derecha y la iniciativa de la Tuerka CMIEn los últimos años el conjunto de la escena mediática ha ido tomando cada vez más una tonalidad casposa con clara orientación a la derecha. La entrada en vigor de la TDT ha catapultado como nunca antes todo un abanico de cadenas, que presentándose como independientes –gran concepto liberal para separar política de economía-, logran hegemonizar una cuota creciente de la audiencia. No voy a entrar tanto en la política de medios que ha seguido Zapatero, al ceder lo que sea con tal de beneficiar a sus allegados, o en la consecuente actitud de Esperanza Aguirre ofreciendo todo tipo de facilidades disponibles para mejorar su difusión. Más bien me interesa que al parecer, tras un tiempo de letargo, la derecha más cavernícola está dispuesta a volver con fuerzas renovadas, a reclamar su pedazo de pastel ideológico y extender su discurso cancerígeno. <br /><br />Se ha abierto la caja de pandora; se han dado cuenta de que no pasa nada por gritar a viva voz barbaridades, por denigrar orientaciones sexuales, humillar orígenes culturales y sensibilidades nacionales, por mofarse de la emancipación de la mujer y detestar los derechos conquistados por la clase trabajadora. Su propio miedo escénico, se ha desvanecido al observar que enfrente tienen una ciudadanía con un carácter que oscila entre la indiferencia, la receptividad y entre los menos, la indignación. No hay razón entonces, para no extenderla semilla de una derecha postmoderna que nada en río revuelto como pez en el agua, entre el descontento, la frustración y la incomprensión de una realidad cambiante; aprovechando el derrumbe e influencia de algunas de las clásicas instituciones –partido, sindicatos, AAVV etc..-, que estructuraban marcos de referencia ideológica más difíciles de permear.<br /><br />La confusión es el terreno donde mejor se maneja el retorno –e innovación- de valores excluyentes y el aumento de las teorías del darwinismo social. Éste es el punto de no retorno donde una izquierda pusilánime, enfrascada en la convicción de su superioridad moral y cultural, ha cedido durante mucho tiempo el espacio de la incorrección política y de la defensa ardiente de sus intereses, algo que ahora lo está pagando muy caro. Refugiarse en la indiferencia altiva ante unos discursos formalmente insultantes a la inteligencia humana, pero materialmente influyentes entre la población, no deja de ser un ejercicio narcisista y políticamente inútil. La caverna postmoderna parece haber comprendido mejor que la izquierda que en la economía digital, la construcción de sentido común pasa por su expansión en las formas de comunicación. No por nada las palabras comunidad y comunicación comparten la misma raíz, entendiendo la segunda como el vehículo que transmite la cultura proyectada sobre la primera: sin comunicación no hay comunidad. La producción de sentidos y significados –semiosis-, que inoculan valores compartidos adquieren una función central en un capitalismo cuyo recurso más preciado, descansa sobre el manejo de información, el trato de los signos y la capacidad comunicativa.La derecha ha sabido captar que su supervivencia, también pasa por elaborar marcos de referencia, brújulas que guían y encuadran sus respuestas a los problemas contemporáneos de la sociedad.<br /><br />Esta es, a mi juicio la principal apuesta de la tertulia política emitida en la televisión Tele-K, la Tuerka Con Mano Izquierda, que con grandes limitaciones yrecursos precarios intenta aportar un destello de luz a la nefasta y preocupante opción política mediática. Cabe perfilar infinitos aspectos e incorporar la inteligencia creativa, los tiempos y responsabilidades de muchas personas, pero haciendo una comparación entre la primera emisión del programa con la de los últimos, los resultados son claramente favorables. Se ha mejorado en estética, en producción y puesta en escena, se han incorporado y dinamizado secciones como “la ciudad es mi campo de batalla” y aumenta la capacidad de discusión con ponentes que exceden el humilde marco de la Tuerka. Queda por supuesto esforzarse por democratizar el lenguaje, fomentar la excitación del debate, pero sobretodo faltan recursos económicos. Organizar un sólo programa a la semana conlleva un desgaste tremendo en términos mentales y de disponibilidad horaria, más aún, cuando la variable de tener que buscarse un sustento del que vivir limita la evolución de cualquier proyecto que pretenda ser serio. Tiempo para generar ingresos, dinero personal para subsanar gastos y toda la batería de mediocridades a las que se ve obligada la izquierda para sacar algo adelante. <br /><br />En ocasiones se gasta más tiempo y esfuerzo en sostener económicamente un proyecto, que en desarrollarlo, lo que nos coloca a la izquierda en una coyuntura económicamente infantil. Por esta razón, algo que no cuesta más esfuerzo que un click de ordenador, como es suscribirse al canal de youtube de la Tuerka, supone un gesto importante de cara al mantenimiento del proyecto; se necesitan al menos 2000 suscriptores para empezar a creer que se puede extraer dinero y así ayudar a su mantenimiento. Se espera que la tuerka CMI pueda aportar nuevas ilusiones junto con la red de iniciativas transformadoras que tienen lugar aquí y allá. Empecemos a perder el miedo y las formas, a convencernos de que la cultura y la combatividad hacen buena pareja, porque de nada sirve defender la alegría sin organizar la rabia y viceversa. A ellos ya no les da vergüenza sacar a relucir sus miserias, es más, lo han convertido en su principal activo, ya va siendo hora de que la izquierda les recuerde lo que realmente son. Como dice Slavoj Zizek, tomando hoy las palabras enunciadas por Gramsci al definir una época que se inaugura con la Primera Guerra Mundial; “el viejo mundo está agonizando y el nuevo mundo lucha por nacer: ahora es el tiempo de los monstruos”Jorge Morunohttp://www.blogger.com/profile/10004336038431739666noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1016776039688615529.post-91286256512265069952011-03-16T02:52:00.000-07:002011-03-16T02:53:36.628-07:00La izquierda y el prohibido prohibir del tabacoAnte la reciente normativa que restringe el uso del tabaco en lugares de acceso público, como los bares y restaurantes, ha surgido todo un debate dónde paradójicamente se escuchan voces a favor del tabaco desde algunas posturas de la izquierda social. Haciendo bandera del antiprohibicionismo –los hay que hablan de ponerse un brazalete con un piti- y de una supuesta visión represiva de derechos, se pretende justificar lo injustificable; aceptar que está en la misma posición aquel que emite humo dañino para él, pero sobre todo para el resto, como la persona pasiva que ningún daño hace. Aquí el imperativo categórico de Kant cobra toda validez; no hagas a los otros lo que no quieres que te hagan a ti. Podemos desviar la atención en variables paralelas, pero que nunca justifican en sí mismo fumar en los bares. Argumentar que la ciudad está llena de coches, que las empresas contaminan muchísimo, que la gente no usa el transporte público y un largo etcétera, pierden todo su valor al no ser incompatibles con las del humo del tabaco.Abogar por cerrar la ciudad al coche, por plantear un modelo distinto de organización socioeconómica y ecológica y además aprobar la restricción de humo de tabaco, dejan vacías las reclamas de los protabaco.<br /><br />A diferencia de lo que se suele postular, no se busca criminalizar al fumador y tampoco implantar una ley seca del tabaco, nada más lejos de la realidad. Personalmente abogo porque cualquiera tenga la libertad de tomar todo tipo de sustancias, incluida el tabaco. Nadie duda aquí del gozo que le supone a alguien fumarse un pitillo después de comer y de su derecho a disfrutarlo, pero ese no es el debate, no nos engañemos. De lo que se discute es de libertad, pero ¿de qué libertad hablamos, cómo se define y qué actores entran en juego?<br /><br />Si lo estudiamos desde la perspectiva de una persona de izquierdas, habría en primer lugar, que posicionarse con el actor más débil de una relación; en éste caso los más de un millón de camareros , camareras, trabadores de casinos etc.., que no tienen porqué, además de estar trabajando, aguantar unos niveles de humo insoportables durante ocho horas al día. Al igual que cualquier trabajador, tienen todo el derecho a evitar esa situación cotidiana en su lugar de trabajo. Hay quien afirma, que al igual que existen trabajos con un plus de peligrosidad, tipo mineros, al trabajar en la hostelería debería aplicarse el mismo criterio. Rápidamente abandonamos las lecturas de clase, para equiparar la obviedad del peligro que implica la mina, con la situación de alguien que sirve cafés o trabaja de croupier en un casino. Se le paga un plus por el humo que soporta y todo arreglado, es decir, algo totalmente evitable se pretende subsanar con dinero, cuando se puede gestionar en otros términos. Que yo sepa nada implica que el bar tenga su razón de ser en ir a fumar, como tampoco la había en los aviones, los cines etc.. El Estado no es quién para entrometerse en las normas de un local privado dicen, pero omiten que todo local cuenta con una licencia pública y está sujeta a una serie de condiciones, entre ellas, las de la defensa en la salud de sus trabajadores. ¿Deberíamos dejar entonces, en mano de los empresarios hosteleros la decisión sobre normas de éste tipo? Sabemos que esa opción siempre se traduce en chantaje, frente al débil poder de negociación social del precariado de la hostelería. El control estatal puede ser horrible, pero lo es mucho más el que puedan ejercer las empresas que trafican con la fuerza de trabajo, por no hablar del control biopolítico que inoculan las multinacionales del tabaco. <br /><br />Todos los estudios de oncología, apuntan a que las únicas mejoras en la salud se dan únicamente cuando dejan de estar expuestos al humo del tabaco, a no ser, que le demos más validez a los análisis pseudocientíficos que elaboran las tabacaleras y sus tentáculos bien financiados como la FEHR o grupos creados como el club de fumadores por la tolerancia. Defender la libertad de fumar tabaco como un acto rebelde, tiene el mismo valor transformador que la sensación de sentirse libre cuando se conduce un coche a gran velocidad: nula. La supuesta tolerancia y autoregulación entre fumadores y no fumadores –lema de Philip Morris-, se ubica en las antípodas de una visión libertaria que rechaza al Estado opresor, al contrario, se acerca más a los postulados neoconservadores que sacralizan el derecho individual por encima de todo. No es casualidad entonces, que haya sido la derecha más cavernícola, la que haga de punta de lanza en su cruzada por la libertad del tabaco. Intereconomía tiene un anuncio que así lo resalta y su brazo mediático, La Gaceta, cuenta con un banner en su web con la imagen de un preso apretando las barras de una celda, en contra de la política represiva de Zapatero. El dueño del asador de Marbella, retrogrado descarnado, cuenta con todo el apoyo del PP de la zona. <br /><br />Mezclar la medida con la inutilidad de Zapatero, la hipocresía de recaudar dinero con el tabaco o la inoperante medida que obligó a reformar miles del bares, para luego prohibir totalmente el tabaco, es echar balones fuera y no reconocer el debate real. Una visión de izquierdas, autónoma, no puede escudarse en su subjetividad de fumador - que en ocasiones nubla su criterio por estar condicionado a una sustancia-, en realidad, debería afirmar su ética colectiva y su subjetividad como persona que defiende, entre otros criterios, el de clase.Jorge Morunohttp://www.blogger.com/profile/10004336038431739666noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1016776039688615529.post-67751360790393737022011-03-16T02:50:00.000-07:002011-03-16T02:51:56.550-07:00AENA: viajeros, huelgas y el precariado que se vieneLa amenaza de huelga de los y las trabajadoras de AENA, han confirmado todas las sospechas que apuntan hacia un imaginario social cada vez más reaccionario. Cuando los controladores aéreos dejaron vacios masivamente sus puestos de trabajo, las discusiones en la izquierda, se centraban en si había que denostar a los controladores por corporativistas y privilegiados, o por el contrario, comprender que lo importante era la amenaza de privatización. Pues bien, ahora cuando son simples y llanos trabajadores, quienes encuentran en la huelga su mecanismo de resistencia, la lluvia de insultos y deseos de mano dura contra ellos, no ha variado un ápice por el hecho de cobrar 1200 euros en lugar de 200.000 euros. Es decir, mientras que la izquierda levitaba en su mundo discutiendo sobre un verdadero posicionamiento, al conjunto de la población lo único que le importa es sacralizar su derecho a viajar, se ponga quien se ponga delante. El mapa sociolaboral se presenta extremadamente grave por dos motivos, principalmente. En primer lugar, comienza a desvanecerse la idea de que las huelgas son un mecanismo democrático, necesario para la defensa de los intereses de los asalariados. Todo un trastorno cultural y antropológico, que interpreta los derechos entendidos como consumidor y cliente, orgulloso de un cinismo que se jacta de pasar de la política, pero que comprende a la perfección las bases del funcionamiento de un libre mercado aparentemente despolitizado. En segundo lugar y como reacción a la reacción, las posturas y discursos de los sindicatos, suelen afianzarse en la idea originaria del movimiento obrero, de mitos y ritos impolutos, casi sagrados, en los que hay que insistir porque al parecer no se han repetido lo suficiente. Por lo tanto, se presenta un escenario borroso y de difícil solución. <br /><br />En ningún momento el debate gira en torno a la privatización de bienes públicos, bien sea porque las posiciones se apoyan en la supuesta eficiencia del mercado, o bien sea, porque se asume –inconsciente o conscientemente-, la realidad colectiva como una derrota y la libertad individual –en este caso de viajar-, prima sobre cualquier defensa laboral. Reaccionario también, porque precisamente los pocos sectores que todavía cuentan con capacidad de presión, son precisamente aquellos a los que la ciudadanía acusa de privilegiados, ya que ellos, no gozan de semejante placer. Es la guerra del penúltimo contra el último, de autóctonos contra inmigrantes, y al mismo tiempo, del último contra el penúltimo, precarios y temporales contra trabajadores del sector público. Un planteamiento idóneo para alisar el espacio del capital y llevar a cabo todo tipo de reformas, que siempre benefician a intereses privados, a costa del resto, también de los que viajan. Cuando privaticen AENA, quizá por el peso con el que todavía cuentan los sindicatos en las negociaciones, se logren salvar el grueso de condiciones laborales actuales, pero en cualquier caso, será una medida temporal donde los nuevos que entren, lo harán bajo el manto de la precariedad y la subcontrata. Muchos de los hijos e hijas de los activistas iracundos, que hoy atacan todo lo que huela a huelga, mañana cuando sufran la precariedad, tendrán que agradecerle a sus progenitores el legado de la vida que lleven.<br /><br />En el debate de la Tuerka CMI de hace un par de semanas, sobre sindicalismo, a los ponentes se les preguntaba por el papel que deben cumplir los sindicatos en la economía digital del siglo XXI y la era de la precariedad. La respuesta, unánime, ponía el acento en la recuperación de valores perdidos, en la reactualización de ideas bien pensadas para otro tiempo, pero incomprensibles para el nuestro. Incluso, ni siquiera plantearse la necesidad de cambios que se adapten a la realidad de la fuerza de trabajo contemporánea. Ante la pregunta de por qué manejando datos similares con la huelga del 2002, la huelga general del 2010, se ha percibido de forma distinta, más débil; el ponente de CCOO respondía, que la percepción podrá ser la que se quiera, pero los datos estaban allí y eso era lo importante. Estas dos afirmaciones son el síntoma de lo que antes llamaba la reacción de la reacción. Frente a las transformaciones de una fuerza de trabajo precaria e inmaterial y las bases de un capitalismo fundado sobre el saber y la financiarización, mejor refugiarse en la solidez de un mundo que se desvanece. La importancia de la percepción pública sobre un conflicto, amplificada por las comunicaciones y medios, traslada también, fuera del centro de trabajo, el desenlace final del acontecimiento en cuestión. La construcción de la opinión pública, la vinculación de emociones compartidas sobre un mismo hecho y las lecturas que se hacen de la realidad, son infinitamente más importantes que los datos manejados sobre energía en los polígonos industriales. <br /><br />El problema de AENA, es entonces, el del fantasma de la precariedad; fantasma que para muchos y muchas, desde hace ya tiempo, se ha convertido en un compañero de viaje; y no parece que pretenda abandonarnos. Alrededor del mundo una fuerza de trabajo cada vez más intelectualizada –que no intelectual-, comienza a dar muestras de lo que antes se llamaba centralidad obrera; es ahora cuando urge construir un nuevo imaginario que vuelva a emocionar, a impactar en el pecho de la gente. Lo llevamos viendo en medio mundo, ayer mismo en Portugal salieron miles de precarios, “la generación en apuros”, se hacen llamar. Para el 26 de marzo, en Londres, se proyectan acciones masivas con la intención de cortocircuitar la temporalidad dominante, abriendo espacios a la multitud, cerrándoselas al mercado. Aquí, la generación sin futuro, aún hiberna, en nosotros está darle voz pública; pero queda claro que los Sex Pistols se equivocaron de año al gritar aquello de “No Future”; es más propio de nuestros tiempos.Jorge Morunohttp://www.blogger.com/profile/10004336038431739666noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-1016776039688615529.post-12077807971599647072011-03-16T02:48:00.000-07:002011-03-16T02:50:20.093-07:00Pongamos que hablo de violencia: De Egipto a Libia pasando por EuropaResulta paradójico que a raíz de las revoluciones que protagonizan algunos países árabes, los mandatarios occidentales no paran de reiterar su voluntad por una transición pacífica a la democracia. Digo paradójico, pero en realidad forma parte de la estructura de un discurso que remite a identificaciones ideológicas. Aunque aparentemente presentadas como un razonamiento lógico y obvio, no dejan de ser representaciones de intereses concretos. Si borramos la dimensión moral del rechazo a la violencia y en cambio la estudiamos de manera analítica, se pueden extraer algunas conclusiones de su función histórica. La historia de la violencia es la historia de su gestión, ante la imposibilidad de su extinción total. <br /><br />Los métodos punitivos han ido pasando de la muestra pública y sádica, de la tortura en el cadalso como expresión del poder del soberano, a su gradual reclusión y ocultamiento al ojo público gracias a su gestión y administración. Lo mismo sucede con las transformaciones sociales; en tanto y cuanto un Estado de Derecho articula mecanismos de integración a las demandas, la gestión no solamente descansa sobre el monopolio de la violencia, sino también, sobre la legitimad social ideológicamente hegemónica. Durante los llamados “treinta años gloriosos”, de la gran transformación en palabras de Polanyi, este contexto de regulación del conflicto da origen en Europa a un Estado de Bienestar, surgido del reparto del beneficio salarial pactado entre trabajo y capital. Podemos entonces afirmar con Michael Foucault, que durante esa época hasta el estallido del 68, la política es la continuación de la guerra por otros métodos y no al contrario.<br /><br /> <br /><br />Por lo tanto, una vez aceptada la hipótesis de que es imposible mitigar al completo la agresividad innata al ser humano –como también lo es la cooperación-, sólo resta pensar en construir instituciones que la contengan; la pregunta es cómo y en beneficio de quién. No hay nada que indique que por sí misma, en todos los casos y coyunturas histórico-políticas, la violencia sea un mecanismo útil para transformar la realidad. Pero al mismo tiempo, la violencia como demostración de fuerza, ha sido y es, una herramienta determinante. El “ismo” del pacifismo y del violentismo son dos variantes de un mismo dogma. ¿Qué resulta más violento, las manifestaciones de la juventud griega, las revueltas árabes, o el monopolio de la violencia estatal y lo planes de ajuste del FMI?<br /><br /> <br /><br /> Decía Hobbes, padre del Estado moderno, que la primera norma que prima sobre las demás, es la de aceptar primero de todo, la obediencia al soberano como ley natural, en el tránsito de lo que llama estado de naturaleza a la sociedad civil. Por lo tanto según Hobbes, salir del estado de naturaleza implica aceptar ciegamente la ley natural de la obediencia. Pero la historia demuestra que la obediencia lejos de fundarse en un origen natural, expresa la defensa de un status quo socialmente construido. Una forma de orden concreta, que se presenta siempre como garante de la universalidad y como la única alternativa viable. Ésta conclusión junto con todas las teorías llamadas “objetivistas” y de elección racional, que naturalizan las relaciones sociales basadas en el coste-beneficio individual, entraron hace mucho tiempo en entredicho; pero últimamente se revelan totalmente irreales.<br /><br /> <br /><br /> ¿Es buena la violencia, es mala la violencia? La respuesta es obvia, sacada de contexto, en abstracta siempre se considera como algo maldito. pero ¿acaso los regímenes árabes cuando transcurría “la normalidad”, no estaban sostenidos por la violencia más atroz? ¿no funcionaban las dictaduras como anillo al dedo para alisar el espacio de implantación de multinacionales y la acumulación de capital privado? Vienen a la mente las palabras de Sartre en el prólogo de Los condenados de la tierra, del mítico Franz Fanon, estudiando la situación que vivían las naciones colonizadas por países europeos, en Argelia concretamente. A los revoltosos argelinos sólo les quedaba la violencia como herramienta de lucha, pero también como la única terapia para liberarse colectivamente de las penurias, la represión sufrida y así revivir el gozo de vivir; ésta es la emoción que viven hoy las gentes árabes. En una coyuntura política muy distinta, un sentimiento similar parecen estar obstinados en despertar en Europa. Grecia no es Egipto ni Túnez y aún menos Libia, pero las reformas y los planes de ajuste que imponen los mercados, apuestan porque lo sea.Jorge Morunohttp://www.blogger.com/profile/10004336038431739666noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1016776039688615529.post-21100613408223076342011-01-11T05:12:00.000-08:002011-01-11T05:15:26.981-08:00Dark la eMe - Asturies ye different (videoclip)<iframe src="http://www.youtube.com/embed/H8dsnZ3TKzI?fs=1" width="425" frameborder="0" height="344"></iframe><br /><br /><br />Otro Rap es posible; sin ostentación, con conciencia y claseJorge Morunohttp://www.blogger.com/profile/10004336038431739666noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1016776039688615529.post-29197758572359941422010-12-29T05:30:00.000-08:002010-12-29T07:10:41.149-08:00Una nueva generación toma las calles de Europa. ¿Y en España?. Publicado en el Confidencial.com 29/12/2010La oleada de manifestaciones y protestas que han estallado en distintos países de Europa, indican una posible escalada del conflicto social en el corto y medio plazo; la nueva década se inaugura con un nuevo ciclo de luchas del que todavía no se pueden sacar conclusiones certeras, aunque no parece que vayan a mermar. Con la dureza de los enfrentamientos de la juventud griega siempre como telón de fondo, encontramos protestas en Francia contra la subida de edad de jubilación, en Inglaterra contra la subida de tasas en la Universidad Pública y ahora golpean con dureza en Italia contra la reforma universitaria Gelmini, aprovechando la moción de censura al presidente Berlusconi. <br /><br />En todas las luchas que están comenzando a cobrar fuerza a lo largo de Europa, encontramos elementos comunes más allá de las particularidades locales y nacionales: la defensa de lo público, del ejercicio del derecho colectivo que blinde el acceso a todos los recursos -desde la sanidad hasta el conocimiento-, que componen el patrimonio común de la población. La ciudadanía muestra así su heterogéneo rechazo en las calles, entendiendo que lo público está siendo objeto de cercamiento y mercantilización para beneficio privado, en detrimento de las condiciones de vida de gran parte de la población. <br /><br />Entonces, ¿quiénes son hoy, en el siglo XXI, “la parte, sin parte” que está saliendo a las calles de Roma, Londres o Atenas? La respuesta difícilmente se puede reducir a la clásica retórica del movimiento y la clase obrera basada en su centralidad indiscutible en los procesos productivos. Ahora en cambio, además de la fuerza de trabajo industrial se suman toda una multitud de sujetos que no sólo utilizan la fuerza física, sino sobre todo su capacidad mental, las habilidades sociales o los afectos. Compuesta entre otros, por estudiantes, becarios, trabajadores precarios, parados, mujeres, ecologistas, migrantes, subcontratados y todo el amplio abanico de lo que en Italia ya han bautizado como el precariado metropolitano. <br /><br />Toda una nueva generación comienza a cuestionarse la posibilidad de reproducir el relato de vida construido por sus padres cuando observa como su futuro ha tomado el semblante de un horizonte desolado por la precariedad<br />No es casualidad, por lo tanto, que sean los universitarios y estudiantes la punta de lanza de las expresiones más disruptivas y radicalizadas. Recordemos que en las últimas huelgas francesas -y antes contra el llamado Contrato de Primer Empleo CPE-, Sarkozy temía por encima de todo la extensión del movimiento a los estudiantes y jóvenes de la banlieue. Atravesados por su posición crucial en la producción inmaterial y manejo del conocimiento, sus funciones y recursos cognitivos, son hoy la materia prima central del modelo productivo que se abre camino en la sociedad de la información y las redes digitales. Igualmente, el estudiantil es un sector que todavía goza de bastante autonomía a la hora de movilizarse y alberga la capacidad de paralizar “la fábrica” con bastante facilidad. Esta es la razón fundamental del ímpetu empresarial en borrar las fronteras entre educación y mercado bajo la ecuación Universidad-Sociedad y disciplinar al estudiante como un trabajador con aspecto de cliente. <br /><br />Las nuevas protestas, condicionadas por la propia composición de una nueva fuerza de trabajo europea fragmentada y explotada mentalmente, adoptan posiciones antagonistas con facilidad. Se percibe un salto cualitativo entre las clásicas demandas sindicales institucionalizadas por la mejora del salario real y la forma huracanada de una multitud desencantada con el modelo representativo, que es incapaz de asegurar a todas las personas el título de ciudadanía como antaño. Cada una de estas manifestaciones desnuda en su complejidad la naturaleza parasitaria que ejerce un mercado ansioso y caótico sobre la producción vitalmente generada por el cuerpo social. Toda una nueva generación comienza a cuestionarse la posibilidad de reproducir el relato de vida construido por sus padres cuando observa como su futuro ha tomado el semblante de un horizonte desolado por la precariedad. Su expresión desenfocada y existencial es difundida rápidamente como estrías por toda la ciudad, operando como un enjambre sin centro definido que rompe con la clásica dialéctica salarial entre trabajo y capital. <br /><br />A primera vista todo parece indicar que a nuestros jóvenes -y mayores-, estos episodios que protagonizan los estudiantes en Europa les resultan ajenos a su realidad más cotidiana. No parece importar que nuestros niveles de precariedad, temporalidad, paro, capacidad de acceso a la vivienda y ausencia de perspectivas de futuro, sean incluso más altos que los de algunos de nuestros conciudadanos europeos. Entonces, ¿cómo es que todavía la conflictividad social no se convierte en una constante en las calles, los medios de comunicación, los debates y discusiones populares? Solemos encontrar respuestas de distinto tipo, que abarcan desde la crítica a una juventud que se refugia en el alcohol y la fiesta como método de evasión, hasta el cuestionamiento de la existencia de la propia precariedad de unos jóvenes que todavía sienten el abrigo de las redes familiares. <br /><br />Es decir, las dos grandes razones que vendrían a explicar la inactividad de una juventud abocada a la incertidumbre se deben, por un lado, a una profunda despolitización y huida de todo lo relacionado con el implicarse en la protesta política; y, en segundo lugar, a la seguridad del régimen de bienestar familiar que todavía hace las veces de colchón y malla contra la exclusión social. Según los últimos datos disponibles sobre la actividad social de la juventud, se desmiente en parte la primera afirmación, aunque si bien es cierto que la mayoría de organizaciones en las que participa la juventud son de carácter caritativo, tipo ONG y no tanto movimientos políticos. En segundo lugar, la construcción cultural familiar no dista mucho del ejemplo italiano, donde los más allegados también cumplen un papel fundamental como mecanismo que mitiga la exclusión social. Entonces, si en términos objetivos tanto en el carácter socioeconómico como en el cultural, así como en los niveles de economía sumergida, no hay mucha distancia del caso italiano, ¿qué otras explicaciones cabría destacar? <br /><br />Principalmente dos: la organización y el acontecimiento. La primera es fácil de explicar: en Italia existe una larga tradición de organización, trasladada de generación en generación, que combina muy bien la elaboración teórica con la práctica política combativa. No es casualidad que miles de jóvenes se presenten como un cuerpo disciplinado ataviados con cascos y escudos en forma de libro -el book block-, anunciando públicamente que su intención era llegar hasta un Senado señalado como ilegitimo a ojos de la ciudadanía. En segundo lugar, siempre se necesita de una apertura en la estructura de oportunidad política, es decir, un hecho, un acontecimiento que abra la posibilidad de incorporar demandas en la agenda política oficial. <br /><br />Hacer coincidir en Roma las protestas estudiantiles, junto con los afectados por el terremoto de l`Aquila, los sindicatos del metal y un largo etcétera de actores justo en el momento en que se votaba la moción de censura a Berlusconi, supuso el momento idóneo para lanzar una inteligente apuesta política. En nuestro caso, todavía no se han dado ninguna de las dos condiciones que hacen posible el protagonismo social de los no representados. En España no existe una cultura organizativa tan profunda como en el caso italiano y, por ahora, no se ha generado un acontecimiento que haga estallar las contradicciones latentes antes descritas. Pero la realidad nunca está escrita y como afirma el filósofo esloveno Slavoj Zizek, la política es el arte de lo imposible, por lo que nunca se deben descartar hipótesis ni postales en nuestras calles como las de los enfrentamientos en Roma. La nueva década se inaugura con protestas que amenazan con extenderse e intensificarse, por lo que no nos debería extrañar, sí de aquí en un tiempo aparecen lemas como el de los estudiantes italianos: “Nos habéis quitado demasiado, ahora lo queremos todo”<br /><br />http://www.elconfidencial.com/tribuna/europa-generacion-calles-espana-incognita-20101228-6800.htmlJorge Morunohttp://www.blogger.com/profile/10004336038431739666noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1016776039688615529.post-16693946115647993832010-11-26T03:41:00.000-08:002010-11-26T03:42:46.544-08:00Movilidad, Control, DesobedienciaEl civismo, del latín civis, viene a determinar la relación construida entre el ciudadano y la ciudad, es decir, el lugar, el espacio donde florecen un conjunto de pautas comunes de convivencia que varían a la par que se modifican las bases de su relación. <br />En Barcelona durante los últimos años, el ayuntamiento se ha propuesto como objetivo político generar una modificación sustancial en lo que hasta ahora veníamos comprendiendo como comportamiento en el espacio público. <br />Nuevos usos del espacio con la llegada de población inmigrante, nuevos tiempos, nuevas problemáticas surgidas de la fragmentación del mercado laboral y las formas de producción, hacen de la ciudad un espacio de uso intensivo, dinámico y conectado. La metrópoli se ha transformado en una fuente inagotable de innovación y movimiento, sustituyendo a las antiguas narraciones de vida lineales fijadas con tiempos estáticos, predecibles, que tenían su epicentro en la fábrica, el hogar y la comunidad, sin mayor necesidad de conexión. <br /><br />En la metrópoli –actual fábrica postmoderna-, no se puede y no se quiere disciplinar a la población y en su lugar toman el testigo el control y la modulación, encargados de definir contornos más que diseñarlos. Controlar los flujos en lugar de ordenarlos, supervisar la producción en forma de mando interfiriendo cada vez menos en su proceso, o excluir en lugar de reinsertar, responden a unas dinámicas productivas parasitarias de la producción social colectiva. Estos y muchos otros aspectos provocan una mutación en la manera de gestionar el gobierno de la población, lo que obliga a pensar en nuevas formas contemporáneas de proyectar alternativas transformadoras. La política antagonista debería hacer uso de la desobediencia, la organización en red, basándose en una lectura precisa de la composición técnica de las nuevas formas de trabajo, ahora no tanto centradas en el obrero industrial. En cambio surge todo un abanico de formas de explotación asalariadas y no asalariadas dentro y fuera del mercado laboral, que conforman la base material y técnica de esa potencia que precisa articularse políticamente.<br /><br />Teniendo en cuenta que la movilidad se eleva a condición básica tanto como factor de inclusión social, como elemento crucial para la producción, practicar la desobediencia en el transporte público adquiere una posición central, negando al colarse, el origen y fundamento mismo de la ley, omitiendo al mando. La relación entre movilidad y producción viene a ser total, dado que la capacidad de moverse no funciona ya como soporte de simples desplazamientos, sino a modo d esqueleto que permite levantar el cableado de la red. La cuestión central en el postfordismo no reside tanto en quien logre acumular más cantidad de propiedades, en realidad, tiene más que ver con alcanzar el acceso a las redes, a los servicios, a la información. La brecha entre los que tienen y los que no es amplia, pero la de los conectados y los desconectados lo es aún más.<br /><br /><br /> <br />Nos transmiten constantemente que tenemos que ser móviles y flexibles, que la incertidumbre será nuestra brújula y el hábito de no tener hábitos nuestra máxima a seguir. Pero al mismo tiempo su retórica de inclusión social a través del trabajo se convierte en una falacia y la contradicción entre lo demandado y lo posible, la llamada que todos escuchan pero que no todos pueden responder, es manifiesta. Hoy, si no tienes móvil, Internet, medio de transporte o no puedes pagar el transporte público, estás abocado a la marginalidad. Colarse en el metro puede tener múltiples interpretaciones, desde el que lo hace por puro egoísmo, por temas económicos, ética militante o simplemente por joder, por gozar de esa pequeña sensación de desobedecer. El motivo no es tan importante como la reacción provocada por las instituciones y los esfuerzos mediáticos y económicos por evitarlo a toda costa, lo que denota la clara evidencia de la importancia que adquiere laa movilidad en la agenda pública.<br /><br />Numerosas experiencias han surgido alrededor de Europa en torno a la libre movilidad, el colectivo sin ticket de Bruselas, los grupos organizados de cueling en Paris, o la ingeniosa campaña de guerrilla de comunicación en Barcelona de la gente del blog moltllest.blogspot.com. Quizá la realidad apunta por empezar a construir un nuevo derecho a la ciudad que plantee a su vez toda una matriz de derechos que articulen la acción colectiva y política del precariado metropolitano en torno a la movilidad, la vivienda, información y la renta.Jorge Morunohttp://www.blogger.com/profile/10004336038431739666noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-1016776039688615529.post-90753292938848686122010-09-14T08:14:00.000-07:002010-09-15T07:38:12.281-07:00De la Imbecilidad a la lucha de clases"La desgracia no une a las gentes, sino que las separa;<br /> y donde parecería natural que dolor común debiera fundirlas hay mucha más injusticia <br />y crueldad entre ellas que entre las relativamente contentas" <br />Anton Chéjov<br /><br />Durante los últimos tiempos hemos pasado de ver como la actual crisis es fruto del pinchazo de la burbuja inmobiliaria y las actitudes especulativas del crédito , a centrar el debate en torno al acoso y erosión de derechos conquistados, bajo el amparo demandado de una falsa solidaridad que deben mostrar los sectores más desfavorecidos. Ya ni siquiera se escucha el cacareado “esto lo arreglamos entre todos”, puesto que directamente – y ya sin tapujos-, recae todo el peso de la ley sobre las espaldas de las clases subalternas. <br /><br /><br />Poco a poco, desde los grandes medios de comunicación y desde casi todo el arco parlamentario se ha transmitido a la población la idea de que independientemente de las causas de la crisis, la única solución viable pasa por una reforma laboral voraz, el recorte en el gasto público y la pasividad en el terreno de lo social. De la CEOE no se dice ni una sola palabra, salvo cuestiones digamos técnicas, como que Díaz Ferrán no es el mejor candidato a presidirla, pero en ningún caso entra en discusión el cogollo de la cuestión: el antagonismo de intereses entre la continua acumulación de rentas por parte del capital – y de propiedad- y el detrimento proporcional de las rentas del trabajo escenificado en la intensificación de los ritmos productivos, el paro estructural y la disparidad brutal entre la reducción del salario y el aumento del beneficio privado: El PIB es sobretodo un indicador de crecimiento del capital, no del bienestar común. La supuesta naturalidad sociológica con la que se presentan las relaciones de dominación y explotación establecidas a priori como bases indiscutibles provoca reacciones –con todo sentido del término- , entre parte de la población. Éstas tienden a girar 180 º el foco de atención y apuntan a sectores más al alcance, más palpables, como los funcionarios o los trabajadores del sector público y así resolver el bloqueo mental colectivo, dejando al margen la discusión del libre mercado intocable. <br /><br />Las formas difusas del fascismo social no sólo se presentan en la acusación del penúltimo contra el último – trabajadores autóctonos contra migrantes-, sino también se articula de manera inversa, el último contra el penúltimo. La construcción de una opinión pública reaccionaria en donde jóvenes precarios y temporales acusan de privilegiados a los trabajadores del metro, refleja en los dominados las ideas de los dominantes abogando por arrastrar a la incertidumbre laboral a aquellos que todavía gozan de cierta seguridad.<br /><br /><br />El ataque frontal hacía la existencia misma de sindicatos, dista mucho de las lecturas hechas por sectores de la izquierda extraparlamentaria, ya que en palabras de un representante del grupo Vocento en el transcurso de una tertulia, “su profunda ideologización y su postura obtusa al definirse como sindicatos de clase”, cristalizan su inutilidad como interlocutores y entorpecen la recuperación de la economía española. Es decir, la realidad discutida nada tiene que ver con una superación del sindicalismo oficial por medio de consejos, soviets, asambleas u organizaciones que abogan por un reparto radical de la riqueza; más bien todo lo contrario, mientras nos perdemos en señalar a CCOO y UGT como traidores “de la causa obrera”, Telemadrid utiliza el ejemplo de la CNT como sindicato que no recibe dinero público a modo de arma arrojadiza contra la subvención de los mismos. <br /><br />Hay que reconocerlo, hemos sido totalmente incapaces de influir en la opinión pública y generar discursos y marcos de referencia alternativos. Testigos de nuestra propia miseria, nos conformamos con echar balones fuera, justificando en ese exterior constitutivo que siempre nos engaña, muchas de nuestras debilidades a la hora de organizar el antagonismo acorde a la base material de la sociedad postindustrial, es decir, de los tiempos que corren. <br /><br />Para nada mi objetivo aquí es defender el papel de las grandes centrales sindicales, ni mucho menos criticar la postura legítima del anarcosindicalismo, sino la de plasmar una realidad que tiene como chivo expiatorio los sindicatos, pero cuyo objetivo es el de acabar con toda forma visual y explícita de la existencia de la lucha de clases. Posiblemente todos y todas tenemos rencor a unas centrales sindicales adormecidas, al típico liberado trajeado que se pasea – a veces-, por la empresa como si fuera un accionista más, o a la falta de un control férreo, democrático de base sobre las funciones esenciales que –algunos- liberados pervierten. <br /><br />Aún así, debemos escapar de las visiones de los pequeños mundos autistas hiperpolitizados – en realidad más estéticos y dogmáticos que políticos-, ya que un escenario de derrota en la Huelga general no ayudará en nada a la toma de conciencia de que los sindicatos están obsoletos a la hora de defender los derechos de los de abajo y en consecuencia la gente despertará: el cuanto peor mejor, casi siempre acaba en peor todavía. Una derrota supondría la constatación de que el ciclo de reflujo en el que lleva años metida la izquierda se hunde hasta las profundidades. Chapotear en el lodo de la marginalidad, de las supuestas posturas que mantienen la pureza de los individuos que siempre se mantuvieron firmes en sus convicciones predeterminadas, es poco más que un ejercicio de narcisismo estéril y vacío de perspectiva revolucionaria. <br /><br />La huelga es un repertorio de acción colectiva que nació en los albores movimiento obrero, conquistado con sangre, esfuerzos, dinero y tiempo. Un mecanismo idóneo para una sociedad construida alrededor de la inclusión social a través del salario en el ciclo de reproducción social. Pero a día de hoy, hemos pasado del socialismo del capital con unas relaciones de producción estatalizadas, al comunismo del capital donde la reestructuración del modo de producción amplia, revive e innova las formas de explotación, libres ahora de las cadenas de la regulación estatal.<br /><br />Toda la multitud y heterogeneidad de nuevos sujetos explotados –precarios, migrantes, info-trabajadores -, junto con las formas contractuales que avanzan hacia el modelo de agentes libres*1, advierten que la gradual decadencia de la huelga como arma de guerra, deberá ser sustituida, o repensada por nuevas instituciones del movimiento: esa debe ser nuestra tarea a medio plazo.<br /><br />Las luchas venideras se deben encaminar a mostrarse fuera de los centros de trabajo, en toda su dimensión metropolitana como herramienta de los que no estamos incluidos en el círculo de inclusión salarial, exigiendo así el derecho a la ciudad y a la renta básica, no como únicamente derecho laboral, sino también social, cultural y existencial, es decir de vida, pues de vida se nutre el capital del conocimiento y no sólo de las 8, 6,4 o 2 horas de empleo. <br /><br />De hecho, los ejemplos de las últimas huelgas como las del metro de Madrid, conductores de Bus de Barcelona y ahora mismo en los ferrocarriles de la Generalitat de Catalunya, apuntan sin lugar a dudas en esta dirección. Lograr una victoria no depende ya únicamente en paralizar al completo los servicios, sino en la manera en que la batalla se libre en el terreno de la metrópoli, en la opinión pública, que a modo de César levantará o bajará el pulgar, aplaudiendo o condenando la huelga. La metrópolis se convierte ahora en el nuevo “centro de trabajo” de la Multitud, lugar privilegiado donde en un futuro cercano tenderemos que pensar en pasar de la imbecilidad a la lucha de clases o seguir chapoteando en el barro.<br /><br /><br /><br />*1 Por agentes libres se entiende un modelo contractual en donde el trabajador prescinde del sindicato y los convenios colectivos y negocia directa e individualmente sus condiciones con la empresa. El acuerdo viene a efectuarse a medida, personalizado y acorde a las “necesidades” de ambos agentes que en ningún momento se deben nada a cambio. Es el sueño de la empresa flexible hecho realidad, poder dinamizar los recursos humanos sin traba alguna a la par que varían los caprichos de la producción del just in time, a tiempo real.Jorge Morunohttp://www.blogger.com/profile/10004336038431739666noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1016776039688615529.post-49830857845260947312010-07-29T07:32:00.000-07:002010-07-29T07:36:44.380-07:00La Huelga del 29S como oportunidad. Publicado en la Directa nº 194El 29 de Septiembre hay convocada una huelga general en todo el Estado Español. De todos es conocido el papel nefasto que han desarrollado las grandes centrales sindicales a la hora de defender los derechos de los trabajadores. Pero ahora la suerte está echada y toca mover ficha. Los movimientos no pueden resignarse a pendular entre la inercia de secundar la huelga o convertirla en un ocasión marginal de atacar frontalmente a los sindicatos. Pensar en clave revolucionaria hoy día, significa leer la potencia de los nuevos actores que sostienen la producción postfordista. <br /><br />Las jornadas de lucha venideras en Europa presentan un campo de batalla incierto; hasta ahora las fuerzas se concentran en tratar de defender los derechos consolidados antaño. Un punto de partida que cristaliza en sí mismo la pérdida de influencia de la izquierda no patronal en la distribución de la correlación de fuerzas; entre quienes apuestan por socializar la riqueza y los que la privatizan. <br /><br />Son las composiciones de clase más interesantes e innovadoras las que deben ser foco principal de nuestra atención. Por varias razones, en primer lugar porque entre ese 85% de trabajadores que en Barcelona componen el sector servicios se encuentra el espectro del precariado: contratos tiempo parcial, obra y servicio, de temporada, sin contrato o pendientes de un hilo. Todo ese abanico de formas de explotación que no encajan en modelo estructural de un sindicalismo objetivado en la defensa del trabajo fordista, En la identidad forjada alrededor de éste con el empleado fijo, la familia nuclear y el hombre blanco como referencia. <br /><br />Las narraciones de vida lineales, las metas a largo plazo y el horizonte fijado de antemano, pasan a ser coyunturas de un tiempo pasado que aunque todavía pervive, se encuentra en vías de extinción. <br />Todos los discursos en defensa del trabajo, en pos de aumentar la productividad son contradictorios en sus términos, dado que el paro se vuelve estructural y la productividad no viene únicamente dada por el marco de la jornada laboral. El trabajo –empleo más bien- pasará a ser una base miserable de la producción, diría Marx. La ciencia, es decir, el conocimiento son ahora al mismo tiempo materia prima de la creación de valor y resorte de las multitudes para cortocircuitar al mando capitalista. <br /><br />Los trabajadores de servicios públicos como los del metro de Madrid o los conductores de bus en Barcelona, son quienes de entre todas las ramas productivas, destacan más en su labor por la defensa de los derechos. Es así, porque todavía retienen signos de comunidad propia de la estructura de trabajo fordista. Aun perviven ciertas formas del organigrama de la estabilidad y la certidumbre que les permiten hacer uso de las estrategias de acción colectiva pensadas para una base material de la sociedad donde ellos hoy, son los últimos mohicanos. Dado que su centralidad histórica a la hora de golpear con fuerza las contradicciones del capital pierde fuelle, habrá que redibujar el paisaje del antagonismo. <br /><br />El resto, enfrentados al desierto de lo real desde hace ya tiempo, comienzan a ser mayoría y lo que es más importante, pasan a ser centrales por la importancia que adquiere el conocimiento en todas sus variantes laborales. En resumen las nuevas composiciones del trabajo vendrían a esquematizarse de la siguiente manera:<br /><br />El trabajo cognitivo es desarrollado por aquellos sectores que personifican la tendencia puntera de la acumulación en el neocapitalismo. Implican directamente en el proceso de trabajo las facultades de la creatividad y la innovación: becarios, profesoras, software, publicidad etc…En otro aspecto están los trabajadores mentales, divididos a su vez en dos variantes: Los chain workers – trabajadores de la cadena del conocimiento, como cajeros o reponedores, y los brain workers – el sector de los cuidados, la atención al público, el trato de la atención-.<br /><br />Todas ellas son categorías atravesadas por la precariedad y la incertidumbre en mayor o menor medida. Desde el profesor asociado hasta quien sirve hamburguesas, pasando por la trabajadora sexual, el gestor de clientes o la señora que cuida ancianos, tienen en común que sus facultades humanas y sociales son puestas a trabajar para la economía.<br /><br />Este es uno de tantos retos a los que nos enfrentamos –ahí queda la necesidad de buscar la distribución de la renta y no del trabajo, la desobediencia, el decrecimiento-, conseguir incluir en los procesos contestatarios a toda una nueva amalgama de explotados y explotadas. Sólo en la subjetividad de la lucha, la clase puede llamarse tal cosa.Jorge Morunohttp://www.blogger.com/profile/10004336038431739666noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1016776039688615529.post-28456914153355930232010-07-21T11:22:00.000-07:002010-07-21T11:25:02.405-07:00EL DESEO DE LOS AFECTOS, LA ILUSIÓN DE LA REVOLUCIÓNHablar de la relación entre los afectos y la producción económica, es en primer lugar cuestionar la separación entre estructura y superestructura, entendida esta última como el resultado mecánico de un modo de relaciones económicas específicas. La cultura y los valores no vienen ya dados como consecuencia de la producción económica, más bien, se entrelazan, colocando al conocimiento y lo cultural como motor de acumulación en el capital postfordista. Es aqui donde las lecturas sobre la feminización del trabajo cobran verdadero valor y no sólo porque cuantitativamente las mujeres compongan gran parte de la actual fuerza de trabajo. De ser únicamente así, estaríamos omitiendo a todas aquellas trabajadoras que históricamente han cubierto las fábricas, sobretodo en tiempos de guerra, - aunque no sólo-. Como también la división sexual del trabajo que condenaba al ostracismo su papel doméstico, tan crucial para la reproducción de capital en la sociedad fábrica, hoy parcialmente sustituido por mujeres migrantes.<br /> <br />En nuestros tiempos postmodernos el giro coperniquiano se traduce a un nivel cualitativo, es decir, de modificación en la calidad misma de la composición técnica de la fuerza de trabajo, donde las mujeres y las características atribuidas a la feminidad son parte importante tanto en la producción como reproducción capitalista. Poner el acento en la atención personalizada, en la movilización de la mente impulsada por estímulos propios del deseo y no en la ontología de la necesidad, o en la comunicación como pilar de la actividad productiva, es referirse a la mujer. El poema de Mario Benedetti "los afectos", nos da algunas pautas de lo que perfectamente podría ser el eslogan de una consultoria o un outsourcing: " que la mayor puerta es el afecto, que los afectos nos definen".<br /> <br /> De la misma forma que la política de partido precisa subsumirse al repertorio de acción colectiva de la política de movimiento para intentar mantener su presencia política, el capital hace lo propio con la feminidad. El capital heteropatriarcal precisa nutrirse de los campos de la diferencia y la multiplicidad con el objetivo de perpetuar el mando monolingüe del régimen de mercado. El valor de los afectos y los cuidados encarnados principalmente por las mujeres dejan coja a la economía política, incapaz de computar riqueza más allá del resultado del trabajo objetivado en un producto tangible. Comerciar con sonrisas, cariño o deseo sexual se coloca en las antípodas de toda una tradición industrial, que como afirmaba Edward Thompson, marginaba de la producción todo placer y comunicación. De ninguna manera debemos preconcebir a dichas características laborale una acepción positiva y en ausencia de dominación. <br /> <br />El desarrollo tecnológico no se extiende de manera universal y la producción adopta la forma de manchas de leopardo y no la de un manto homogéneo. Las relaciones de explotación más olvidadas vuelven a tomar vida, combinándose con las más innovadoras; desde las maquiladoras de México y los almacénes de Los Ángeles a la dependienta de una tienda de ropa en Barcelona. Las primeras, sometidas a un régimen productivo premoderno e incluso prefeudal al no existir siquiera un contrato entre vasallo y señor, son la cara más amarga de la explotación del deseo y las emociones que sustentan el capital cognitivo. Las segundas escenifican el espejismo juvenil, sexual y dinámico que vende sensaciones y deforma y reconfigura los mismos puntos de partida que podrían dar lugar a realidades liberadoras, en la base material del capital en las sociedades postindustriales. <br /><br />Este es el peligro al que se enfrentan las prácticas queer; en convertirse en nuevos nichos -y recursos productivos -, de mercado. Es decir, en una de tantas diferencias que cuentan con sus propias cuotas de consumo y realización de mundos propios. Cualquier tendencia es potencialmente productiva, ya sean las aspiraciones revolucionarias# o las ecologistas, como demuestra la publicidad de la empresa de neumáticos "Good Year", en su recombinación mercantíl <br /><br />http://www.youtube.com/watch?v=lguLF9owKag&feature=PlayList&p=A5C8ECB4114C587A&playnext_from=PL&playnext=1&index=47.<br /><br />Es la subsunción real del trabajo en el capital como anunciaba Marx, la no exterioridad de las relaciones de producción que cubre como un epitelio nuestras relaciones sociales más cotidianas e ilusiones más radicales. <br /> <br /> <br /># La publicidad suele oscilar entre la venta de sexo y la revolución, como reclamo al consumidor post68. Ejemplos como las zapatillas nike con lemas como "be the revolution of you", cepillos de dientes "power to the people", Europa FM "inconformista, rebelde" etc...Nos muestran hasta que punto el deseo queda huero de toda coherencia para ser simplemente un estímulo más, que llena de plenitud temporal pero no de felicidad, al individuo que dependiendo de sus recursos económicos subjetivos disfruta de su democracia de consumoJorge Morunohttp://www.blogger.com/profile/10004336038431739666noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1016776039688615529.post-67968834369506094752010-07-02T02:05:00.000-07:002010-07-02T02:12:05.035-07:00Detrás del Burka. Publicado en el semanario la Directa 02/07/2010Las leyes anti burka son a la emancipación y dignidad de la mujer, lo que la guerra de Iraq y Afganistán a la democracia y libertad; una farsa donde lo último que se discute es de la situación de los sujetos aludidos. Ambos casos juegan a entablar un monólogo, que de tanto repetirse termina por calar entre la población. Apelan a los que el filósofo Slavov Zizek entiende como la deformación de lo que en un principio, en su origen, se expresa como un sentimiento onírico latente legítimo. Es la masilla de toda ideología; tomar prestado pedazos de relato humanamente defendibles situados más allá de lo político –como es la dignidad de la mujer-, para después universalizar su significado desde la postura que se considere oportuno.<br /><br />El sentido común de época del que hablaba Gramsci, aquel que otorga una ubicación general a las tendencias de un tiempo histórico concreto, a día de hoy en Europa dan la razón a la derecha. Precisamente, el fundamentalismo islámico actual nace como resultado del proceso global de la economía de mercado. Afganistán, inspiración de todas las justificaciones teóricas y prácticas del control, lejos de ser un producto del pasado, es más bien la última creación del capitalismo tardío. Cincuenta años empujándoles a abrazar el fundamentalismo con tal de ganar la guerra fría, hicieron de un país con altos índices de laicidad, la nueva máquina de generar consenso internacional.<br /><br /><br /> Los nuevos cruzados, escudándose en la lucha y dignidad de las mujeres legislan normas que exceden dicho propósito e intención, para así justificar un discurso que viene tomado fuerza en los últimos quince años: la paranoia de la seguridad y el choque de civilizaciones como protagonista de las preocupaciones mundanas. No es casualidad que los mismos sectores que defienden a ultranza la financiación de la iglesia católica, a colegios del opus-dei, los que enarbolan la bandera de España a favor de la familia, contra el aborto, o la LOE –entre otras-, se conviertan ahora en los paladines del feminismo y el laicismo. <br />Tampoco es de extrañar; la derecha nunca ha tenido problemas en adoptar esa forma oportunista cuando la coyuntura política lo demanda; ahí está el fascismo de entreguerras. Lo relevante es, que la socialdemocracia tras treinta años soltando lastre y acercando –más bien mimetizando- posturas con la deriva neoliberal, oscila entre la promoción de las medidas, o la resignación total y la falta de ideas.<br /><br /><br />Si la imaginación al poder se encuentra en una publicidad de zapatillas y la revolución en un cepillo de dientes, toda la tradición feminista y laica puede tener como abanderada a la derecha postfranquista. Suena ridículo pero real al mismo tiempo. En este baile de máscaras donde la ignorancia juega como titular y la memoria se relega al olvido, cualquiera puede presentarse como defensor de las causas más nobles y apropiarse de logros, a los que en su momento, pusieron piedras en el camino. <br /><br />Cuantitativamente las mujeres que en el Estado español hacen uso de dichas prendas –al menos en Barcelona-, es anecdótico, por no decir ridículo. Entonces, ¿por qué tanto alboroto?, ¿por qué tanto altruismo y caridad con las mujeres musulmanas? Principalmente porque aprovecha el tirón de la ideología securitaria global, que acusa al Islam de los males de la postmodernidad y hace todo lo posible para que éste acabe siendo como dicen representarlo; y esa es una baza política considerable. Es la profecía autocumplida.<br /><br /> Pero también ayuda la idea de gestionar simbólicamente el malestar de la crisis en clave de generar islamofóbia, dado que es más llevadero que hacerlo en términos socioeconómicos. <br />Los promotores de estas mociones, atienden a una agenda muy distinta a la del feminismo o el laicismo, más bien van a rebufo de lo que ya es la cruzada del siglo XXI, contra todo lo musulmán, como también lo es contra el binomio construido inmigrante-delincuente o los beneficiarios de ayudas sociales. El futuro llegó hace rato.Jorge Morunohttp://www.blogger.com/profile/10004336038431739666noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1016776039688615529.post-17010057279849978112010-06-26T11:54:00.001-07:002010-06-26T11:54:39.057-07:00LOS DE ABAJO NO SALDREMOS DE LA CRISISAhora que se escuchan cantos a la recuperación económica y salida de la crisis –con el Estado Español a la cola y estancado dada la insistencia en un modelo productivo basado en el ladrillo y el turismo-, podemos volver a plantearnos cuestiones que con la hegemonía mediática de la crisis habían quedado tras el telón. Salir de la crisis significaría volver a un clima de normalidad económica, interpretado como un verdadero alivio que aparentemente nos tranquiliza a todos. Es el resultado de un juego perverso que frente al alud del paro masivo y el aumento de las deslocalizaciones, la inversión de las empresas y el aumento de beneficio se traduce en la posibilidad de vuelta al trabajo, y por lo tanto se comprende como una buena noticia para la población. Pero lo cierto es que esta tesitura parte de la elección entre una catástrofe de amplitud escatológica o la certeza de la precariedad y la temporalidad. Así, encontrar un trabajo por muy devaluado y descualificado que sea, alcanza el rango de casi un privilegio; al menos tienes curro!!<br /><br />La izquierda – y también la antagonista-, reproducen los mismos marcos conceptuales al no albergar alternativa a la lógica del pleno empleo, a sacralizar el culto al salario y el trabajo seguro. Seguir apoyándose en esquemas caducos que responden a tiempos cuando el trabajo vivo –es decir los que nos constituimos como explotados-, se presentaban como un excedente para el capital, es una carrera perdida. Hoy día la tendencia se da a la inversa, nosotros somos ahora la carencia y sobramos para los planes del capital, que gracias a la revolución tecnológica se da la licencia de prescindir de una parte de la fuerza de trabajo, y la incluida es hiperexplotada.<br /><br />Por eso el círculo de inclusión ciudadana a través del empleo se encuentra en crisis cuando el salario ahora fragmentado e intermitente no garantiza la certidumbre, y la exclusión social acecha de cerca.<br />En esta coyuntura la gramática política de la modernidad se cae a pedazos y con ella el modelo de representación sindical, que refugiados en defender las condiciones y convenios laborales del clásico trabajador industrial y fordista, se muestran incapaces de articular mecanismos de representación con la generación precaria.<br /><br />Es posible que la alternativa a seguir sea el viejo fundamento comunista; despojarse de la alienación del trabajo hasta acabar aboliéndolo. La lógica es la de superar el tripalium –tortura-trabajo-, y no concebirlo más como un bien conquistado, sino como un lastre, debemos romper con su ética. Es la mejor forma de empezar ayudar a los millones de parados, al 65% de trabajadores que no cobran más de 1000 euros, al 31% de precariedad en el Estado Español. <br /><br />Reapropiarse de lo que es nuestro, de lo que nos es común puede empezar a plantearse en la reivindicación de una renta básica que reinvente algo nuevo entre el trabajo seguro, alienante y rutinario, y la incertidumbre y la flexibilidad Neoliberal. En el derecho al transporte gratuito y la libre movilidad de las personas, el software libre, el copyleft, y en volcar trabajo sobre las máquinas. En contra de las patentes y derechos de autor que condicionan nuestra salud –farmacéuticas-, alimentos –semillas, Monsanto-, cultura –Sgae-, educación –Bolonia, mercantilización del conocimiento-, a expensas del vaivén de los índices bursátiles.<br /><br />Salir de la crisis no harán más humanas las relaciones capitalistas, siempre en continua expansión y crecimiento exponencial. Incluso en época de bonanza económica – de 1995 al 2005-bajo el mandato del PP, el salario medio cayó un 5%, lo que demuestra que ya estábamos en crisis antes, y lo seguiremos estando después. Abandonar los parámetros impuestos por la lógica esquizofrénica del mando capitalista, pasa por cambiar el tablero de juego y elegir nuevas fichas para poder enfrentar a las relaciones de dominación, más basadas ahora en cercar la abundancia de la riqueza que en la gestión de su escasez.<br />Volver al pasado no es posible ni deseable, construir nuevas categorías y prácticas políticas para el presente es la tarea del siglo XXI.Jorge Morunohttp://www.blogger.com/profile/10004336038431739666noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1016776039688615529.post-57417877987658611722010-05-29T03:14:00.001-07:002010-05-29T03:14:32.163-07:00Más allá del debate sobre la crisis, están los precariosJorge Moruno Danzi / Activista y sociólogo<br />Viernes 28 de mayo de 2010. Número 127 Diagonal<br /><br />La batería de medidas que anuncia el Gobierno para afrontar la crisis, muestra a carne viva, como la letra escarlata, la verdadera naturaleza del mando capitalista. Una vez más y a remolque del ejemplo Griego, los ajustes que reflotan al capitalismo recaen sobre las espaldas de los de abajo. “Un paso lógico ante la presión de los mercados”, afirma Almunia, “¿por qué no lo hiciste antes?”, acusa Rajoy.<br /><br />Por otro lado, parece ser que sólo cuando se atacan los convenios y las formas de trabajo en vías de extinción, se activa el resorte de la indignación. Los sindicatos podrían llegar a poner toda la carne en el asador, para defender –ahora sí-, los derechos sociales y laborales del segmento social al que representan.<br /><br />Pero nada de esto sucede cuando la rutina de la no rutina de la precariedad, lleva haciendo mella desde hace 30 años entre la población. La emergencia de un nuevo sujeto social hiperexplotado, forjado por las más variopintas expresiones: la cajera, el top manta, la teleoperadora, el latero, el del Burguer King, el oficinista, la becaria, etc…, no interpreta como suyas las prerrogativas de las centrales sindicales, ni acude a su llamada, porque se siente excluido de su representación. Hablar de trabajo precario, es hablar de todos aquellos que ven recortados sus derechos, que sufren el paro, los contratos parciales, los basura o la ausencia de ellos. Los sometidos a unas relaciones laborales serviles expuestos a la tiranía de RRHH, a la subcontrata y a la intermitencia como norma. Huérfanos de las políticas de Estado y del calor de los grandes sindicatos, constatan que los índices de afiliación sindical disminuyen a medida que aumentan las tasas de precariedad y temporalidad. El perfil de joven, mujer, inmigrante, se suman a los hombres, haciendo más compleja la identidad de un sujeto lineal y homogéneo.<br /><br />El mapa de las relaciones de explotación ha mutado literalmente, dando origen a múltiples y variadas formas de presentarse la relación capital-trabajo, que escapan de la lógica sindical. Marx, anticipándose a su época identificó en el proletariado el sujeto histórico que, dentro de los explotados, aun no siendo el más numeroso, era el mejor posicionado para afrontar la emancipación de los de abajo frente al capital.<br /><br />Más tarde, como bien subrayó la corriente teórica de la autonomía obrera italiana, el estudio de la composición técnica de la clase es fundamental. Saber como se expresa el trabajo, determina su capacidad y papel en la acción política. Los métodos, las herramientas, los tiempos y relaciones que hace suya la fuerza de trabajo para desarrollar su actividad laboral, sientan las bases de su potencialidad transformadora.<br /><br />La clase obrera no es un collage de imágenes y estéticas estereotipadas elevadas al mito, más bien, viene dada por unas relaciones específicas de explotación, de formas de producción. Incapaces de ver nuestro presente, nuestra propia biografía incluso, seguimos obcecados en el imaginario de obrero lleno de grasa, llave inglesa en mano. No significa que el obrero –en las economías avanzadas claro-, no ocupe su lugar en la multitud, simplemente que éste, no será más el de la centralidad. El proletariado del siglo XXI arrastra algunos de los males pasados, se libera de otros, e incorpora los contemporáneos. Debe saber abandonar las ilusiones nostálgicas y corresponder ésta perdida de centralidad obrera, con el nacimiento de nuevas instituciones del movimiento.<br /><br />Esta por ver hasta que punto tendrán lugar las movilizaciones anunciadas por los sindicatos y que repercusión alcanzan. Pero lo más interesante será observar, si los y las precarias se contagian, se organizan y cambian las reglas del juego.Jorge Morunohttp://www.blogger.com/profile/10004336038431739666noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1016776039688615529.post-47272023981748070192010-04-08T13:14:00.000-07:002010-04-08T13:15:42.188-07:00Gobernar la alegría, defender la locuraPALESTINA | CRÓNICA DESDE UN ESTADO OCUPADO<br /><br />El anuncio de la construcción de 1.600 nuevos asentamientos en Jerusalén Este, y la apertura de una sinagoga, han dado lugar a nuevos enfrentamientos en distintos puntos de Cisjordania, en lo que se anunció como el “Día de la Ira”. Los autores recorren las calles y relatan el día a día del pueblo palestino.<br /><br /><br />Jorge Moruno y Cristina Castillo / Palestina<br />Martes 6 de abril de 2010. Periódico Quincenal Diagonal Número 123<br /><br />Desde que el avión toma tierra en Tel Aviv y paseas por los pasillos del aeropuerto, camino a recoger las maletas, rápidamente te percatas de que no, éste no es un destino cualquiera. La ristra de carteles y eslóganes que aluden a la paz, a los distintos aniversarios a la fundación de Israel o a la idolatría a las fuerzas armadas, copan palmo a palmo todas las paredes, sudando ideología por doquier.<br /><br />Tras un antipático recibimiento en el control de pasaportes y el interrogatorio de protocolo, Tel Aviv nos saluda de manera distinta a la que nos imaginamos de antemano. Muchas viviendas se caen a pedazos, y salvo unas pocas manzanas de edificios inteligentes y una primera línea de playa que parece un decorado, el resto presenta un aspecto ruinoso y bastante decadente.<br /><br />Controles en los centros comerciales<br /><br />Una ciudad que por lo general aparenta decantarse por la total indiferencia ante el conflicto con Palestina, aunque si bien es cierto que se pueden encontrar posturas progresistas, las tesis que la ideología obsesionada por la seguridad establece son hegemónicas. Control de pasaporte para entrar en un centro comercial, control en la estación de autobús, todo ello aderezado con miles de militares armados, bien los ves paseando, viajando o durmiendo en un hotel a tu lado.<br /><br />Al margen de grupos que denuncian la situación, la mayoría de la juventud parece oscilar entre realizar sus posmodernas vidas urbanas con la precariedad a cuestas y hacer caso omiso a lo que ocurre a pocos kilómetros de distancia. Los parámetros que definen lo que se debería entender por compartir un espacio y un sentido común o la forma en la que se moldean las identidades colectivas, parecen degeneradas por el barniz que la razón militar da a sus vidas.<br /><br />El resonado Derecho a defenderse hunde sus raíces de manera profunda e incisiva, esquizofrénica más bien. Para comprobarlo no es necesario atravesar el muro, basta con acercarse estos días a la Puerta de Damasco de la ciudad vieja de Jerusalén, la que conduce al barrio árabe. Los árabes se encuentran constantemente sometidos a un control rutinario de identificaciones y preguntas o a las fronteras que coloca la policía arbitrariamente en las calles que impiden su paso.<br /><br />Pero lo más alarmante de todo es cuando esta situación, que debería sorprender a toda persona medio decente, pasa casi totalmente desapercibida a los ojos de israelíes, turistas y demás credos religiosos. Cientos de policías y militares patrullando no inmutan ni ponen nervioso a nadie, todo transcurre en una atmósfera de total equidistancia y pax romana.<br /><br />Dejando el muro a nuestras espaldas la sensación de apartheid es ya abrumadora. Recordemos que los que se encuentran más allá de la barrera de hormigón tienen vetado el acceso a Jerusalén, reduciendo así drásticamente su movilidad y sus oportunidades vitales. Por la ventana de los autobuses o taxis, exclusivamente para árabes, se ven literalmente comunidades cerradas de colonos en lo alto de las montañas, asentamientos que violan todas las leyes internacionales y las resoluciones de la ONU, allí donde en su tiempo lo poblaban palestinos. En su lugar se despliega un urbanismo similar al de la clase media/alta que habita en las buenas urbanizaciones a las afueras de Madrid, o Barcelona.<br /><br />Colonos armados en las calles<br /><br />Caminar por las calles del casco antiguo de Hebrón provoca escalofríos: los colonos más radicales se encuentran asentados en las casas altas, mientras que los palestinos se ubican abajo y soportan con mallas los escombros que les lanzan los primeros. Carreteras segregadas y miedo a viajar de noche, a salir a la calle, debido a las incursiones de colonos que atacan armados con uzis (subfusiles israelíes) y custodiados por militares, es el día a día de todo palestino desde hace más de sesenta años.<br /><br />Este Gobierno de la esquizofrenia se encuentra en las antípodas del caluroso recibimiento y la cordialidad palestina. Cualquiera que haya tenido la oportunidad de acercarse a la Universidad de Al-Quds (Jerusalén), o a la de Nablus, se habrá visto asediado por grupos de jóvenes que humildemente se ofrecen para hacer de guía, invitarte a tomar algo, o simplemente interesarse por tu presencia. Siempre se preocupan por tu seguridad, e intentan hacerte pasar lo más desapercibido posible los estragos de la ocupación, mostrándote la alegría de un pueblo que pese al asedio no renuncia a reír.<br /><br />Grabadas en la retina perdurarán imágenes tan tristes, pero a la vez tan tiernas como la de atravesar una barricada de contenedores, que unos niños de no más de siete años levantan a tu paso. No dejan de ser críos, y como si hablásemos de un juego, te advierten que la calle está cortada y no se puede pasar; durante unos minutos ellos mandan. Reclaman su derecho a jugar, a disfrutar de una infancia digna usurpada por la ocupación israelí. Unos metros por detrás y a la espera de que lleguen los militares, grupos de jóvenes envueltos en sus capuchas, se ocultan en la noche en calles atestadas de piedras.<br /><br />Toda palabra queda huera para describir la injusticia que sufre el pueblo palestino, pero, paradójicamente, sí encontré unas que se acercan. En el Jerusalén Post del 19 de marzo, el columnista Gershon Baskin, esgrimía un lúcido artículo, valiente por donde vive, en donde vaticinaba que es sólo una cuestión de tiempo para que el mundo equipare a Israel con países como la Sudáfrica del Apartheid. Esperemos que tenga razón.Jorge Morunohttp://www.blogger.com/profile/10004336038431739666noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1016776039688615529.post-49525630722865375792010-01-22T18:02:00.000-08:002010-01-22T18:03:09.330-08:00La lección del Patio . Diagonal Número 118Las modificaciones que traen aparejados los cambios socioeconómicos, políticos, culturales y tecnológicos en nuestra sociedad tienen como resultado nuevas contradicciones y escenarios donde se libran tanto los conflictos sociales, como las formas de imposición del mando capitalista. En el último decenio coincidiendo con la aceleración de los nuevos procesos en marcha, han tenido lugar en algunas ciudades europeas innovadoras experiencias que tratan de aprehender las transformaciones en curso de la composición de clase y las diversas preocupaciones e inquietudes de una población cada vez más flexible, móvil y conectada.<br /><br />Estos laboratorios que apuestan por la subversión metropolitana se han venido a llamar “centros sociales de segunda generación”, diferenciándose del modelo de okupación de los ‘80 y ‘90 al tratar nuevas temáticas y elaborar otras formas relacionales.<br /><br />Entre éstas destacan por un lado, abandonar las dinámicas adscritas a los códigos endogámicos del gueto de la extrema izquierda muy marcadas estéticamente. Y por otro, abrirse a nuevos públicos y sensibilidades que normalmente no encontraban lugar en los clásicos CSOA (centros sociales okupados y autogestionados). Lo nuevo no borra lo pasado, simplemente se deshace de la parte de éste que lastra e impide afrontar el futuro con inteligencia, y el desarrollo en las formas de enfrentar el conflicto político.<br /><br />Rompiendo estereotipos<br /><br />Bajo esta premisa nace el Patio Maravillas en Madrid, que desde un principio comienza a hacerla efectiva al salir del estereotipado barrio de Lavapiés para echar raíces en otro, el de Malasaña, en un esfuerzo por devolverle el carácter antagonista del que algún día gozó. Los motivos por los que el Patio se ha convertido en protagonista de la realidad madrileña durante las últimas semanas hay que buscarlos en la urdimbre social tejida en estos dos años de existencia, y no en la amplificación mediática, que más bien debe ser entendida como consecuencia y no como razón.<br /><br />Lo que subyace tras todo el proyecto es la demostración empírica de un formato que prioriza la apertura a las gentes, en detrimento de la custodia impoluta de creencias y principios diseñados de antemano que actúan como topes para la acción, y colocan un corsé asfixiante al desarrollo de las expresiones colectivas e individuales. Tanto el coro, el rapeadero, como las clases de castellano para inmigrantes y un larguísimo etcétera, que componen la vasta panoplia de actividades lúdicas, culturales, políticas o sociales ofrecidas por el Patio, funcionan a modo de colchón desde donde poder empezar hacer otra política. Al fin y al cabo es lo que se lleva practicando desde los inicios del movimiento obrero y las organizaciones de clase: lograr ofrecer desde la óptica de los movimientos distintas respuestas para las mismas preguntas que afligen a la población y conseguir articularlas en torno a una socialización que escape de la lógica del control y el beneficio del mercado. Ser capaces de poner sobre el tapete mecanismos de integración lo bastante eficaces como para que trabajadores del mismo ayuntamiento acudan a buscar asesoría constata que el camino a seguir pasa por cuestionar los códigos liberales de interacción ciudadana, contraponiendo a éstos otros parámetros basados en el trabajo por el común. Los apoyos labrados, y más tarde recolectados al trabajar con la diversidad y la diferencia, evidencian su fruto demostrando que en política la clave estriba en hacer más y mejores alianzas que el enemigo. Sólo arroparse con el aliento del mayor número de organizaciones, personas y colectivos de distinta índole, y la legitimidad construida que permite presentarse en sociedad como un actor más, otorga la oportunidad de alterar el equilibrio de fuerzas hegemónico, que en nuestro caso, claramente se escora a la derecha. Así es como adquieren un sentido proteico las actividades proyectadas: más allá de la experiencia propia de cada individuo, de cada gusto en particular por uno u otro evento, lo interesante se encuentra en el fundamento político del conjunto.<br /><br />La oferta lanzada al aire por el alcalde Gallardón dista mucho de ser una locura o ignorancia y desconocimiento de los métodos de actuación en los círculos de la izquierda antagonista. Cansado de regalar titulares en los periódicos y telediarios, su intención no es otra que desviar la atención y dar un golpe de efecto de cara a un posible electorado que no lo ubica en los sectores más rancios del PP. Un día concede el permiso a una carroza de los antiabortistas en una cabalgata de Reyes, y al siguiente en rueda de prensa reconoce la labor social de los okupas. Para comprender el juego político es necesario abandonar la concepción monolítica de la política, según la cual no existen fisuras en las relaciones de poder y el sistema funciona como un todo perfecto que responde a una sola voz. Siguiendo esta lógica, desde las alturas el único Leviatán decide y supervisa cualquier movimiento, desde el primer periodista, hasta cualquier político, juez, etc. Así nunca se entendería como existen muchas asociaciones de carácter pro-gresista pidiendo subvenciones que nunca reciben, pero que unos okupas que no lo hacen, observan como el propio alcalde se las oferta. La realidad es que por mucho que le moleste a la Brigada de Información de la policía, al Patio no puede tratarlo como un problema de orden público y seguir el protocolo indicado para estos casos, resolviendo rápidamente el problema.<br /><br />En cualquier caso el dilema al que se somete es político y como tal, coloca al Patio en una posición privilegiada, más habiendo demostrado una capacidad de respuesta contundente al okupar otro espacio el mismo día. Sin duda es un terreno pantanoso que alberga peligros, pero al mismo tiempo permite jugar en otra liga, en la posición desde donde poder construir, aunque sea a pequeña escala, un nuevo orden simbólico que compita con la feria de sentidos a los que estamos expuestos, en apariencia de imágenes banales y valores mercantiles que actualmente impregnan el sentido común.<br /><br />Igualmente el proyecto aquí descrito está en posición de acentuar sus aspectos puramente políticos. Con esto no hago referencia al viejo manual leninista que somete toda diversidad a la reducción del centro, sino en hacer de la complejidad una potencia de acción a la ofensiva. Lanzo aquí un par de sugerencias: la necesidad de recobrar parte de la cultura militante que entiende que el conflicto también se encarna en lo personal, y que para defender el espacio frente a las posibles actitudes sexistas, fascistas o autoritarias, el respeto se debe imponer colectivamente y no depender de las individualidades. Y la necesidad de articulación de las fuerzas posibles y latentes en pos del derecho a la ciudad –movilidad, renta básica–, en clave de clase, ofreciendo discursos alternativos a la crisis de la sociedad del trabajo.<br /><br />http://www.diagonalperiodico.net/la-leccion-del-patio.htmlJorge Morunohttp://www.blogger.com/profile/10004336038431739666noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1016776039688615529.post-30480181594759517302009-05-16T17:30:00.000-07:002009-05-16T17:32:38.407-07:00Drogas, capitalismo y locura. Publicado en el confidencial el 27/04/2009La irrupción de la cocaína en el escenario mundial coincidía con la llegada al poder de Reagan y Thatcher, y la consecuente deriva neoliberal del capitalismo hacía la sumisión total del Estado al mercado caótico y la vorágine privatizadora de muchos servicios públicos. Don dinero comienza a fluir y a surcar los mercados globales e interpelar todas las facetas de la vida, con la cocaína como compañera de viaje a modo de “suplemento proteínico” que ayuda a soportar el torbellino que arrastran los nuevos tiempos. Vidas rápidas en constante ebullición se apoyan en la droga para no desaprovechar tiempo, reducir el lastre del descanso, estar siempre atento, despierto y no dejar pasar ninguna oportunidad que se nos presente; el tiempo realmente se convierte en oro. <br /><br />Lejos de haber dejado atrás el protagonismo central que goza la cocaína en nuestras sociedades en los últimos 30 años, con el estallido de las nuevas tecnologías y el proceso globalizador, se adhieren una multiplicidad de estimulantes y antidepresivos que reflejan los altos niveles de insalubridad psicosocial contemporánea. El problema no siempre guarda relación con las noticias alarmantes que aparecen en los medios sobre la deriva y la perdición de los jóvenes, sumidos en un mundo donde las drogas resultan sinónimo de ocio y diversión. En realidad, la tragedia se vive de manera mucho más cotidiana y diluida entre los ciudadanos normales que pagan sus impuestos. <br /><br />Legalmente se puede acceder a todo tipo de drogas como el Ritalín o el Prozac, sin las cuales sería impensable desarrollar el normal funcionamiento socioeconómico por una parte de la población, frente a los retos adversos que presenta la vida -sólo en el Estado Español, el consumo de antidepresivos se ha triplicado en la última década-. Para nuestra rutina diaria encontramos normal el uso de estimulantes en forma de refresco, como el Red Bull -prohibido en Dinamarca por contener un principio activo que devastó mentalmente a las tropas de EEUU en Vietnam-, o el Burn, que no son más que una imitación y democratización de los efectos energizantes que suele otorgar la cocaína, pero ahora con amparo legal. Por su control de los ritmos de humor, los antidepresivos o euforizantes hacen especial mella en aquellos sectores laborales que participan directamente en la producción inmaterial y virtual propiamente dicha, lo que augura el advenimiento de una crisis psicosocial de la que aún no podemos sacar cuentas.<br /><br />Capitalismo cognitivo<br /><br />En la sociedad de la información la conexión y producción entre mentes y la valorización económica del conocimiento, ocupan un lugar privilegiado en la reproducción del llamado capitalismo “cognitivo”. Su materia prima fundamental es el intelecto humano en sus términos más genéricos, lo que agrava enormemente la problemática. La aceleración intensiva de los ritmos productivos y comunicativos y la preponderancia de un ciberespacio ilimitado frente a un cerebro humano que opera de forma más lenta que la realidad, conlleva un desfase y ruptura patógena que se ve reflejado en la vitalidad de la industria de los psicofármacos.<br /><br />De manera paralela y en ocasiones entrelazada a lo ya expuesto, se percibe un incremento de los casos registrados de internación urgente en psiquiátricos -7,8% más que 2007, sólo en Barcelona- que se achacan a la coyuntura de crisis económica, pero que sin duda hunde sus raíces en los ganglios de las relaciones sociales contemporáneas.<br /><br />El tiempo que parece sacado de sus goznes es colonizado al completo por la publicidad, el marketing y el consumo desbocado bajo el paraguas ideológico de una felicidad banal y trivial. Esta precisa ser sustituida incesantemente al desaparecer su atracción poco tiempo después de poseer el producto o la sensación en cuestión. <br /><br />En una sociedad incapaz ya de integrar socialmente a través del trabajo, -tasa estructural de paro, temporalidad, precariedad, intermitencia- el estatuto de ciudadano se adquiere a través de nuestra capacidad subjetiva de acceso al consumo. El principio de realidad se fusiona con el del deseo, en donde la libertad de elegir dentro del amplio abanico de gustos que ofrece el elixir del mercado, se transforma en tarea obligada que nos posiciona y estructura socialmente. Los lazos comunitarios se mediatizan siguiendo los patrones que dictan las campañas publicitarias y las líneas que dibuja el consumo, que amplifican una llamada a la que todos quieren acudir, pero que algunos no pueden responder.<br /><br />Todo un cúmulo de frustraciones, estancamiento, aceleración, estrés, agotamiento y depresión generados por los modos de vida imperantes, vaticinan un futuro plagado de enfermedades neuronales y miseria existencial incubado en el centro del sistema social. ¿Son las locuras consecuencia de un modo de producción o, es el sistema mismo una locura? Deberíamos someterlo a un estudio médico para confirmar su insalubridad ecológica, social, económica y cognitiva.Jorge Morunohttp://www.blogger.com/profile/10004336038431739666noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1016776039688615529.post-63317518757828604802009-05-16T17:27:00.000-07:002009-05-16T17:29:23.957-07:00¿Y por qué no un salario social universal? publicado en el confidencial el 16/05/2009En tiempos de crisis resulta más necesario que nunca retomar el debate sobre el acceso a un salario social universal. Tras años de políticas laborales podemos coincidir con el sociólogo italiano Maurizio Lazzarato, en que el empleo ya no garantiza una renta satisfactoria, y que el crecimiento no implica la generación de puestos de trabajo. Prueba de ello se manifiesta en la innegable extensión de la precariedad, temporalidad e intermitencia laboral -31% en nuestro caso- , entre amplios estratos de la población, que amplifican la incertidumbre y generan dificultades a la hora de planificar la vida a medio-largo plazo. Asimismo se constata la brecha entre el llamado crecimiento económico y su repercusión beneficiosa en el plano de lo social. Un dato: durante los años de bonanza en la economía española -1995, 2005- el salario medio cayó un 5%. Son los nuevos working poors, que incluyen pero exceden a la clase obrera: cajeras a tiempo parcial, sector servicios por temporadas, amas de casa, inmigrantes, becarios, cuidadoras etc…conforman la fragmentación de un mercado laboral cada vez más inaccesible y desregulado.<br /><br />Tampoco las nuevas tecnologías han traído como en un principio se podía presuponer, una mayor liberación del trabajo, dando lugar a un doble proceso simultáneo. Por un lado los ritmos productivos se tornan más intensivos y la jornada más sofocante, y al mismo tiempo se estrecha el margen que separa la inclusión de la exclusión social. Tanto, que en una ciudad tan emergente y productiva como lo es Barcelona, se estima que el 10% de la población se encuentra en riesgo de exclusión social. En nuestras sociedades globales la tasa de paro se entiende cada vez menos como una etapa coyuntural, que finalmente acabe solucionándose y pasa a percibirse como una tasa estructural e inamovible, más hoy en los tiempos que corren. De esta forma se sustituye un sistema basado en el arriba y abajo, por otro de adentro o afuera, con los matices que se puedan aplicar.<br /><br />Derecho laboral de 4ª generación<br /><br />Pero no es mi intención plantear aquí el debate de una renta básica ciudadana, enfocado únicamente desde el prisma de la integración social, a modo de salvavidas para los consumidores fallidos que se caen de toda inclusión socioeconómica. Pretendo más bien mostrar una lectura desde una perspectiva laboral, como un derecho de 4ª generación acorde a los avatares contemporáneos.<br /><br />En las metrópolis postfordistas la acumulación de riqueza no proviene únicamente de la producción industrial propiamente dicha, sino que acapara el conocimiento, los hábitos, la capacidad de comunicación, socialización, los afectos etc… La vida misma es puesta a trabajar contando especialmente con sus aptitudes más genéricas y comunes, como el lenguaje por ejemplo. El sector más en alza se apoya en la reproducción de formas de vida, sensaciones, estímulos, imágenes y deseos. Incluso los mismos territorios -ej: Barcelona-, se publicitan a modo de marcas para fomentar su atracción y reproducción de flujos de consumo, capital e información. La mezcla de etnias, culturas, estéticas y poblaciones, enriquecen esta visión traduciendo su cooperación social en mercancía y beneficio privado.<br /><br />Un ejemplo a modo de ilustración. En la capital catalana, en el antiguo barrio Chino, conocido ahora como el Raval, se ha instalado el lujoso hotel Barceló Raval. En su inauguración la subdirectora en una entrevista aseguraba que el mayor atractivo que presentaba el hotel, era “la diversidad de culturas que se da en el barrio”, y en su Web afirman que se encuentran situados en “el lugar más de moda del centro de Barcelona”.<br /><br />La idea cosmopolita que proyecta el hotel en sus folletos y los requisitos establecidos por los estudios de mercado previos que deciden la viabilidad del proyecto, son sustraídos de la producción del patrimonio común. La interacción e innovación cotidiana de la población es valorizada como la materia prima inmaterial de la que especialmente se vale el capitalismo cognitivo. Casos similares se pueden encontrar en el barrio de Gràcia, o la Barceloneta, y así elevarse hasta la ciudad en su totalidad.<br /><br />Cuesta plantearse una propuesta de este calibre si no desterramos la idea clásica que presenta el economista austriaco Joseph Schumpeter, sobre la figura del empresario emprendedor y portador de las innovaciones, así como protagonista por su rol estimulador en la inversión. Ahora en cambio ese papel es derivado del trabajo vivo, que hace de la metrópolis al completo su particular fábrica social y no centraliza a la empresa como generador de riqueza. Si la producción incorpora las 24 horas del día, y no sólo el tiempo de empleo, ¿por qué suena tan descabellado garantizar un salario universal de la cuna a la tumba?<br /><br />Hoy cuando vislumbramos el abrupto final de la etapa neoliberal, que muchos asimilaron como el paraíso pero que ahora se esconde entre bastidores y sufre de una crisis de legitimación, el salario universal se presenta como un verdadero derecho social y laboral. Responder para empezar, a todos esos parados que tanto contribuyeron a la creación de riqueza que sólo unos pocos acumularon, y de ahí continuar extendiendo la cobertura hasta alcanzar el marco universal.<br /><br />Garantizar un mínimo de renta ayudaría sin lugar a dudas a paliar la pobreza en una sociedad de grandes contrastes económicos que conviven a veces en los mismos espacios. Asimismo reduciría gratamente la alienación derivada del trabajo al no vernos perseguidos por la necesidad imperiosa de tener que aceptar condiciones laborales degradantes.<br /><br />¿Qué va antes el huevo o la gallina?<br /><br />Huelga decir que el debate es mucho más amplio que lo aquí expuesto, y me dejo por el camino muchas de sus características y problemáticas que plantea la implantación de un salario social universal. Sin duda una de ellas estriba en cómo evitar el éxodo de capitales y desinversión a modo de sabotaje por parte de los grandes intereses económicos. Por esta misma razón la aceleración del proceso constituyente debe extenderse al mayor número de regiones y países posibles, tejiendo una malla protectora que soporte los vaivenes de las dinámicas del mercado.<br /><br />Cabe preguntarse cómo materializarlo en la realidad, y aquí entra la pregunta que se hacía Aurora Mínguez en un artículo publicado en este mismo periódico; ¿Cuando estallarán las calles? El salario social puede evitar que revienten las calles, amortiguando la caída de los más vulnerables, pero si observamos los ejemplos que nos da la historia posiblemente se dé el caso a la inversa. Los derechos pocas veces son cedidos, al contrario, suelen ser conquistados. Es la eterna dialéctica entre el movimiento obrero -hoy multitudes-, y las instituciones, que parte de la ilegalidad para finalmente forzar el derecho o caer derrotado. El mundo que vivimos en constante cambio y contradicción nos da la pauta que el politólogo Francis Fukuyama se equivocaba interesadamente al afirmar, que la historia había llegado a su fin con la evolución del capitalismo al más alto nivel.<br /><br />Defender la alegría como escribió Mario Benedetti, sigue siendo la opción más racional.Jorge Morunohttp://www.blogger.com/profile/10004336038431739666noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1016776039688615529.post-65815024448301987462009-04-03T10:20:00.000-07:002009-04-03T10:21:35.969-07:00A la caza de los sin papeles. Publicado en el Confidencial.com el 03/04/2009En un clima de incertidumbre generalizado, con una precariedad laboral extendida a cada vez más estratos de la población y el tambaleo del Estado social, los términos en los que se concibe la seguridad pasan a entenderse en clave de orden público. La erosión de las soberanías estatales en materia económica durante los últimos decenios, y la parcial desnacionalización de sus fronteras como resultado del protagonismo de actores transnacionales, -multinacionales, inmigración- conlleva paradójicamente una renacionalización política y de seguridad. Funciona como un mecanismo legitimador de la soberanía estatal, que hace hincapié en la seguridad personal y subjetiva en detrimento de la colectiva. <br /><br /> <br /><br />Este repliegue sobre las identidades nacionales, en algunos casos puede marcar líneas diferenciales con el que concebimos como el otro, el extranjero, ajeno a lo “nuestro”, que oculta bajo el problema inmigrante lo que en realidad es una crisis de ciudadanía. La seguridad se traduce así en la búsqueda de homogeneidad social, con espacios y residencias saneados de elementos que distorsionen la idílica imagen prediseñada de los que se sienten como los iguales. Las nuevas tecnologías del control y un modelo de urbanismo segregador que fomenta la agorafobia urbana, -temor al espacio público- ayuda a excluir y criminalizar a ciertos colectivos, donde los inmigrantes ocupan un puesto privilegiado como sujeto elevado a categoría de riesgo.<br /><br /> <br /><br />Pero el hecho es que ninguna metrópoli europea podría sostener su mercado laboral sin la ayuda de los inmigrantes, los cuales generalmente cubren los puestos menos cualificados, cuando muchas veces no se corresponde con sus credenciales y capacidades. Y algunos lo hacen en situación de clandestinidad, donde aún reconociéndose su labor fundamental en la sociedad, nunca se admitirá que ésta sólo es posible transgrediendo la ley. Ahí están, por ejemplo, todas esas mujeres que dejan de criar a sus hijos y abandonan sus lugares de origen para venir a cuidar los de otros en los países receptores, empujadas por la necesidad de buscar una vida digna para los suyos. <br /><br /> <br /><br />Se niega la ciudadanía para quien de facto vive y trabaja en el territorio y es escorado a la invisibilidad social, jurídica y política. Llevan el estigma en la cara y el terror en el cuerpo por encontrarse un control policial o una frontera móvil en las estaciones de tren o autobús, que arbitrariamente deciden parar a quien, según ellos, tienen aspecto de no tener papeles. Las razzias se han hecho muy conocidas debido a los últimos acontecimientos en Italia, donde se organizan cacerías indiscriminadas de inmigrantes, pero sólo hace falta acercarse al madrileño barrio de Lavapiés para constatar que esta práctica no es congénita al gobierno de Berlusconi.<br /><br /> <br /><br />Una vuelta de tuerca<br /><br /> <br /><br /> Recientemente el Gobierno se ha sacado de la chistera una ley que sanciona hasta con 10.000 euros por acoger o ayudar económicamente a inmigrantes en situación irregular. Una medida que equipara y engloba tanto al empresario que se aprovecha de la vulnerabilidad de este colectivo y lo explota contratándolo en negro, junto a un ciudadano u organización que decide ayudar a una persona azotada por la exclusión social y los vaivenes del mercado. Valores y principios antagónicos, pero que, sin embargo, son castigados con la misma dureza obviando que el primero saca rédito económico, mientras que el segundo es sólo una muestra de solidaridad humanitaria sin ningún ánimo de lucro. Se suma también la campaña por el retorno voluntario de extranjeros, facilitando desde las administraciones el regreso a su país de origen en una coyuntura con altos niveles de desempleo estructural. Su repercusión ha sido más simbólica que práctica, -se estima que 4000 personas paradas se han adherido- y nada ayuda a incorporar en el imaginario colectivo la figura del inmigrante como posible ciudadano.<br /><br /> <br /><br />Recordemos que vivir en situación irregular no supone más que una falta administrativa, equiparable a saltarse un semáforo, pero que, sin embargo, puede acarrear consecuencias nefastas para la persona infractora. Algunas de estas consecuencias, están sostenidas en un limbo legal, como manifiestan los CIE (Centro de Internamiento de Extranjeros), que dependen del ministerio de Interior pero que oficialmente no son cárceles, sino zonas de espera en donde el destino final -deportación o mantenimiento- dependerá, entre otras cuestiones, del equilibrio en la balanza económica, que determina si existe o no necesidad de fuerza de trabajo para cubrir puestos sin cualificar y precarios. <br /><br /> <br /><br />A esta situación ya de por sí escandalosa, se solapa la prohibición legal de ser asistido por la ciudadanía, lo cual ayuda a aumentar el desarraigo social, cerrando puertas a la inclusión y abriendo muchas más a los círculos de la economía sumergida y la posibilidad de caer en el delito, para convertirse así definitivamente en delincuente: es la profecía autocumplida.<br /><br /> <br /><br />El sociólogo polaco Zygmunt Bauman, afirma que los campos de concentración nazis, lejos de ser una aberración de la modernidad, suponen el más alto grado de desarrollo y perfección de la burocracia occidental. Si dejamos de lado las visiones sentimentales, la violencia nazi no fue impuesta por el impulso y la insalubridad mental, al contrario, se llevó a cabo en nombre de valores superiores, de manera detallada y con precisión tecnológica. Esto sucede cuando dejamos de lado las consideraciones éticas, y desterramos de nuestra comunidad moral a ciertos sujetos. Lo más destacado es que no suele ocurrir en medio de la incredulidad social, sino a través del silencio reinante de personas que se consideran decentes, y que no entienden porque deberían mostrar empatía con sujetos desterrados de la “familia humana”. <br /><br /> <br /><br />La indiferencia de una población ante el drama de los sin papeles, acusados en ocasiones de toda una batería de descalificativos ligados a su condición, no dista mucho de aquellos que hace no demasiado tiempo consideraron a los judíos un parásito insertado en nuestro cuerpo social. Ellos lo empiezan a decir muy claro, como reza un lema de los inmigrantes mexicanos en USA: Querían brazos y llegaron personas.Jorge Morunohttp://www.blogger.com/profile/10004336038431739666noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1016776039688615529.post-78563481602684447492009-04-02T12:41:00.000-07:002009-04-02T12:43:42.730-07:00MADRID: LA SUMA DE TODOS, BENEFICIO DE POCOS. Publicado en el periódico Diagonal nº 99Madrid, además de ser muchas otras cosas, se alza como capital del salvajismo, los ajustes de cuentas, las puñaladas y los tiros en las calles. Es curioso que una comunidad gobernada por el ala más extremista del régimen “libre mercado”, como es Esperanza Aguirre y el señor Gallardón, sea asimismo el epicentro estatal de la inseguridad, el peligro y la derecha más desbocada. Y es que tiene toda la lógica: un modelo de urbanismo desgarrador, una creciente dualidad entre las rentas norte-sur de la ciudad, y la voluntad política de hacer de Madrid el paraíso de las multinacionales, traen a la par grandes riquezas y altos niveles de precariedad .<br /> <br />El presidente por Madrid de las nuevas generaciones del PP, Pablo Casado, lo anuncia a viva voz y sin tapujos: ¡privaticemos los servicios públicos! Metrópolis que sigue el ejemplo de Los Ángeles, segregando por territorios, fomentando los suburbios periféricos, cerrados y seguros, hostiles al medio ambiente unidos por autovías y culturalmente muertos. Por el contrario crecen los territorios de temporalidades inmóviles, que sirven como recipiente de los estratos más populares de la población.<br /> <br />La criminalización del “otro diferente”, recae sobre los inmigrantes, esos “portadores de desgracias”, como decía Bertolt Brecht, que son el chivo expiatorio elevado a categoría de riesgo, aupado por el inflamiento mediático. Los de abajo temen perder lo poco que tienen y culpan al inmigrante, más desgraciado, con el que tienen que compartir, y por eso votan PP, los de arriba no quieren sostener unos servicios a los que no acuden, porque ya se aseguran un servicio económicamente filtrado, votan PP. Es el producto de la hegemonía cultural que ostenta la simpleza aparentemente campechana de Esperanza Aguirre, como una especie de híbrido entre neoliberalismo y fascismo sociológico.<br /><br />En este lienzo hostil se reproducen como setas la violencia que encarna los valores hegemónicos en la ciudad, a saber: competitividad, individualismo extremo y ansias por ascender en la movilidad social usando la vía más rápida, Show me Money! Son los directivos de las calles, pero sin protocolos ni grandes recepciones, que adquieren la forma de mafias, bandas, o violencia gratuita. Aprenden de los mejores e interiorizan la cultura política de quien llega al poder comprando diputados, maneras poco saludables, pero que sirven de paradigma a la ciudadanía.<br /><br />En este Madrid que se siente propietario y se cree señor, se inhala un ambiente turbio y cargado, guateque de mafiosos, promotores y empresarios que paseando en sus grandes cochazos y con sus banderas colgadas del retrovisor, conviven con la existencia de un creciente ejército de precarios, temporales y no-ciudadanos. Estos observan cómo los pobres en el ventanal del café descrito por Baudelaire, las vidas de los opulentos en contradicción y por lo tanto frustración con la que ellos llevan.<br /><br />La tarea por encontrar un equilibrio de la oscilación entre lo negativo y la innovación de nuevas instituciones que otorguen cuerpo y forma a las multitudes madrileñas, aventura dos posibles opciones: la perversa guerra entre explotados y excluidos, retroalimentada por la generalización de la incertidumbre y el cinismo colectivo, podría derivar en manifestaciones de verdadero fascismo social a través de la intensificación de la renacionalización de la política, que conlleva el destierro social de los más vulnerables y desfavorecidos. <br /><br />Paralelamente, o al contrario, se pueden construir expresiones comunistas donde la superación de las condiciones de control impuestas que parcelan, dispersan y enfrentan a la heterogeneidad ciudadana logre enraizar proyectos territorializados, que inter-conectados , compongan las múltiples luchas que presenta la multitud. La población desheredada puede sacar a relucir los aspectos más desoladores, pero engendran paralelamente las condiciones subjetivas para hacer de Madrid una ciudad habitable. Una urbe abierta y regeneradora de un espacio público de debates y combates, donde convivan conflictos y encuentros anónimos que primen sobre la especulación y el miedo. <br /><br />Tras las nuevas líneas de producción que atraviesan la ciudad en forma de flujos y comunicación, precisamos dar uso de la geometría variable que componen las distintas formas de trabajo y explotación, para lograr cortocircuitar la “traducción en valor” que procesa el mando sobre el conjunto de relaciones sociales. El migrante se erige como baluarte del explotado postfordista al tensar el perfil desnacionalizado y postcolonial de las grandes urbes, sometido a la contradicción constante de la movilidad, entre sus restricciones para ejercerla y la libertad de la que goza el Capital para sobrevolar fronteras. <br /><br />Escapando de la lógica del mando, nace una demanda que se manifiesta en los lugares comunes –la ciudad- de manera poliédrica: la diversidad social descentralizada hecha política. Lejos de poder reducirse a un sujeto centrifugador más propio de un carácter leninista, la multiplicidad de sensibilidades, usos y funciones diferentes que se dan en la metrópolis desborda esta idea unificadora, quizás útil a medio plazo, pero limitadora en el largo alcance. <br /><br />Es preciso tomar en consideración la importancia capital que adquiere para el conjunto de la producción la sutura indisociable entre cultura, economía y relaciones sociales. En segundo lugar, la necesidad de moldear la organización de las distintas redes que actualmente trabajan en el territorio, donde los centros sociales ocupados, las redes de inmigrantes, proyectos de cultura libre, luchas por los servicios públicos, parados y precarios etc.., encuentren las coordenadas para dar el valiente salto cualitativo considerando el marco metropolitano en su conjunto. <br /><br />Una estructura estable pero cambiante, con capacidad de cintura acorde a la velocidad que avanzan los cambios, una organización que reconfigure el sentido de una nueva unidad basada en la diversidad y la libre diferencia e individualidad de sus miembros. <br /><br />El derecho a la ciudad tiene hoy más sentido que nunca, desobedecer a las trabas que impone la movilidad reducida al reivindicar el transporte gratuito, el acceso al conocimiento como derecho básico, o un merecido salario social al producir por existir en sociedad, son sin duda uno de los puntos de partida. <br />Vivir tiempos en transición, cuando recién comienza la III Revolución Industrial, dificulta perfilar el espacio de expresión de las multitudes; empecemos por intentar organizar la incertidumbre.Jorge Morunohttp://www.blogger.com/profile/10004336038431739666noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-1016776039688615529.post-2422185748595700842009-03-13T05:30:00.000-07:002009-03-13T05:31:48.896-07:00El Plan Bolonia a debate. Publicado en el Confidencial.com el 13/03/2009Deberíamos empezar por preguntarnos, por qué durante los últimos meses ha saltado a la palestra mediática la nueva reforma universitaria conocida como el llamado “Plan Bolonia”. Tras años de movilizaciones, ocupaciones de facultad, charlas etc… donde entre otras cuestiones, se denunciaba la falta de transparencia pública de una reforma construida a espaldas de la comunidad universitaria, se inicia, –frente al aumento de la conflictividad y a petición desesperada de algunos rectores- una campaña propagandística y de comunicación, informando de los beneficios que acarrea el EEES (Espacio Europeo de Educación Superior). <br /><br /> <br /><br />Este déficit democrático en el proceso de constitución, parece no tener intención de ser rectificado, ya que cierra todas las puertas al debate, se impone a golpe de decreto y niega albergar ningún error, salvo la ausencia de comunicación, algo que en un principio no se percibía así. Una campaña de comunicación presupone que las decisiones ya están tomadas y que son correctas, por lo que el único inconveniente es la falta de transmisión de información, en un procedimiento con un marcado carácter tecnocrático. <br /><br /> <br /><br />No se tienen en cuenta ejemplos como los referéndum que han tenido lugar en Girona, Barcelona o Lleida, con resultados aplastantes en contra de la implantación del Plan Bolonia -93% votos en contra-, contando con una participación electoral que casi triplica a los porcentajes en los comicios regulares -20% frente a 7,2%. En tanto y cuanto continúen aumentando las huelgas y el movimiento anti-bolonia vaya ganando más adeptos, más ridícula se tornará la posición de no querer abrir espacios de discusión donde poder plantear argumentos y problemáticas.<br /><br /> <br /><br />Financiación<br /><br /> <br /><br />Las Universidades no reciben dinero por lo que son, sino por lo que hacen, es decir, se ven abocadas a la competencia salvaje por los recursos tanto privados cómo públicos. La Universidad se presenta como una plataforma atractiva para la inversión de capital privado, que una vez esté garantizado, posteriormente recibirán financiación pública con la que se costeará parte de la investigación privada. En otras palabras, son las empresas privadas las que orientan el destino de la inversión pública al señalar previamente qué Universidad es merecedora de recibir financiación. <br /><br /> <br /><br />La asignación de recursos a lo privado, elimina todo rastro de ejercicio del derecho y subordina al mercado caótico la gestión de la Universidad Pública. En términos más claros: El erario público sirve a modo de colchón financiero para asegurar la viabilidad de la inversión privada en una Universidad, o un sector de esta.<br /><br /> <br /><br />El Consejo Social de las Universidades es presentado como “órgano de participación de la sociedad en la Universidad”. Dicha institución es la encargada de decidir las partidas presupuestarías en la Universidad, como también su veto. Este órgano fundamental, cuenta con la presencia de importantes actores del mundo empresarial, tanto que, por ejemplo el consejo social de la Universidad de la Carlos III está presidido por el empresario y banquero del Santander, Matías Rodríguez Inciarte. Se impone así un criterio de gestión empresarial totalmente ajeno a la lógica de una institución docente.<br /><br /> <br /><br />El Director general de las Universidades, Felipe Petriz, tiene razón cuando dice que las empresas no participan directamente en el diseño de los planes de estudio, pero lo que esta obviando, es que dichos planes se dibujan acorde con los criterios de la ANECA (Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación), y que previamente deben ser aprobados por los Consejos Sociales de la Universidad.<br /><br /> <br /><br />Homologación de títulos<br /><br /> <br /><br />Uno de los puntos que más destacan los defensores del EEES, se escuda en la homologación de los títulos a nivel Europeo, algo que per sé y, sacado de contexto, se muestra como un avance que beneficia al conjunto del estudiantado. Pero la realidad es que no existen catálogos comunes europeos, ni líneas pactadas en los planes de estudio, lo que se implementa es la convalidación de diversas asignaturas bajo un mismo patrón, que son los créditos ECTS (Sistema Europeo de Transferencia de Créditos). Esto significa que un estudiante puede cursar en la Universidad de Utrecht (Holanda) una asignatura bajo el título “Rembrandt en su tiempo”, y al llegar a la Complutense se convalida por ejemplo con “Hacienda Pública”, al no existir ningún criterio de convergencia. Este es el concepto de homologación del EEES.<br /><br /> <br /><br />Los créditos ECTS se alzan como vehiculo encargado de hacer efectivo el sistema de homologación de títulos, e incorporan novedades a la hora de evaluar el trabajo de los estudiantes. Se computan además de las clases magistrales, todo el tiempo necesario que ocupan los seminarios, las horas de estudio, el trabajo en grupo y prácticas en empresas – obteniendo así mano de obra gratis-, lo que asciende a unas 30 horas semanales por crédito. Indudablemente - y no hace falta ser matemático para percatarse- la dificultad que atraviesan aquellos estudiantes que tengan que compaginar trabajo con estudio, constituye una traba e incluso la imposibilidad de acceder a la enseñanza superior. <br /><br /> <br /><br />Pero sobretodo, los créditos ECTS expresan el interés que suscita para los empresarios el conocimiento producido en la Universidad, entendiendo los créditos como una herramienta que garantiza la viabilidad y reproducción de la inversión económica que efectúan las empresas. La necesidad de disciplinar el trabajo estudiante, estriba en asegurar que la aplicación social del conocimiento sea impulsada por intereses y motivaciones privadas, y si en el trayecto se borra cualquier resquicio de disidencia estudiantil, nadie se va a preocupar.<br /><br /> <br /><br />Respecto a otra de las patas sobre las que se apoyan los defensores de Bolonia, encontramos la tan cacareada movilidad que permitirá fluctuar con libertad entre las Universidades de toda Europa a los estudiantes, aunque en términos absolutos es anecdótico. Básicamente se reducen los trámites burocráticos para facilitar la movilidad del estudiantado, pero para ello no se precisa un vuelco estructural de la organización universitaria, bastaría con ampliar y extender las becas Erasmus y sus dotaciones. Esto no sucede, como tampoco ocurre con las becas para acceder a los estudios, pero los que si aumentan a un ritmo desenfrenado son los préstamos-renta, que aparte de beneficiar a las entidades financieras, hipotecan al estudiante por producir un conocimiento del que se beneficia la empresa. Nadie está en contra de otorgar facilidades para mejorar la movilidad, pero lo cierto es que con Bolonia sólo aquellos que puedan costearse los gastos tendrán la oportunidad de moverse cuantas veces lo deseen de Universidad en Universidad.<br /><br /> <br /><br />En el nuevo sistema de titulaciones de dos ciclos basado en el modelo anglosajón, las titulaciones pasarán a diferenciarse entre ciclos de Grado -3 o 4 años- y ciclos de Postgrado de 1 o 2 años. Lo que antes eran los 3 primeros años de una Licenciatura ahora se denomina Grado, y los 2 años restantes se convierte en Postgrado. El lema que se lleva aplicando desde hace años en las movilizaciones explica claramente este nuevo lienzo: “Ni fábrica de precarios, ni escuela de élites”. <br /><br /> <br /><br />Los que cursen el ciclo de Grado adquieren la formación necesaria, “general” y suficiente, para cumplir los requisitos básicos que demandan los empleos de la economía global del siglo XXI. Trabajos en su mayoría precarios, que no ofrecen garantías ni certidumbre alguna al trabajador, pero generan un ahorro importante para la empresa en materia de formación. En segundo lugar, los que logren acceder al ciclo de Postgrado tras subsanar la barrera económica de 2.000 euros, seguramente adquieran una educación enfocada a la formación de cuadros dirigentes, ya sea políticos, empresariales etc…<br /><br /> <br /><br />Por lo tanto la Universidad no deja de ser pública con Bolonia, no hay necesidad, ¿para qué privatizar toda una infraestructura, para qué hacerse cargo del sistema educativo superior? Cuando se habla de mercantilización se refiere a que el sistema público financiado con dinero de todos, toma el rumbo que deciden y benefician a los intereses particulares de las empresas, donde de manera gratuita costeamos la formación que se ahorra el sector privado.<br /><br /> <br /><br />Es la importancia estelar que ocupa la Universidad en la economía del conocimiento, donde garantizar la “empleabilidad” de mano de obra devaluada, resulta crucial para asegurar el beneficio económico. Lo llaman educación de “calidad” y se presenta como un avance progresista, acusando de un supuesto conservadurismo a quienes critican una reforma que recibe los aplausos del Círculo de Empresarios.Jorge Morunohttp://www.blogger.com/profile/10004336038431739666noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1016776039688615529.post-900355260462412292009-02-27T02:12:00.000-08:002009-02-27T02:14:16.594-08:00Vicky, graffiti, Barcelona. Publicado en el confidencial.com el 28/02/2009La ordenanza cívica de Barcelona aprobada hace ya más de tres años para garantizar la convivencia en el espacio público sigue todavía hoy generando polémica, tanto por la cantidad de sanciones que contempla como por la calidad de las mismas. Recordemos que dicha ordenanza abarca desde la prostitución, hasta la mendicidad, pasando por la práctica del skate, los graffiti, e incluso orinar en la vía pública, pero ¿qué razones impulsan al ayuntamiento a tomar este tipo de medidas sancionadoras, y que consecuencias sociales arrastra? Pasemos a destacar algunos de sus rasgos más relevantes.<br /><br /> <br /><br />Una de las problemáticas más acusadas que presenta la implantación de la ordenanza es la tendencia de algunos de sus apartados, que parecen criminalizar y penalizar actitudes e incluso la mera presencia de algunas personas en la vía pública. En el caso de los lateros o el top manta, el peso de la ley recae sobre aquellos que representan el eslabón más débil de una cadena, donde además de encontrarse en una condición de vulnerabilidad social, se amplifican sus dificultades cuando pasan a ser protagonistas de las prácticas incívicas. <br /><br /> <br /><br />Asimismo, algunos de los artículos de la ordenanza aluden a expresiones públicas que devienen la esencia misma de la persona infractora, como por ejemplo, las trabajadoras sexuales y la mendicidad. El hecho mismo de ser un sin techo conlleva actuaciones como dormir en la calle o usar fuentes para limpiarse, así como las chicas que son calificadas de incívicas no por mantener una actitud, sino por ofrecer servicios sexuales en la vía pública.<br /><br /> <br /><br />Al mismo tiempo Barcelona se presenta cómo un lienzo multicolor en donde tienen lugar múltiples funciones y usos urbanos, a los que la ciudad tiene que dar respuesta y adaptarse continuamente. El aumento de los flujos migratorios, se suma al del turismo, al de los directivos que acuden a convenciones y recepciones, los estudiantes erasmus etc…, lo cuál impulsa la implantación de nuevas formas de gobernabilidad territorial adaptados a las nuevas movilidades. La necesidad por parte del consistorio barcelonés de intentar controlar y neutralizar ese cuerpo heterogéneo de vidas, culturas, tiempos y edades que fluctúan a lo largo y ancho de la arena urbana, le obliga a aplicar medidas amplias y ambiguas de intervención socioespacial.<br /><br /> <br /><br />Barcelona se erige como una ciudad juvenil, abierta y cosmopolita, que transmite cierta frescura e incluye por igual una atmósfera mediterránea, diseño modernista, ambiente en la calle, eventos urbanos etc…En ese esfuerzo hercúleo que tiene como finalidad competir con las distintas urbes europeas en la atracción y reproducción de flujos de capital, conocimientos, consumo e información, se encuentra en la encerrona donde –cómo rezaba un mítico graffiti pintado en la Avenida Paral.lel: “Promocionamos lo que prohibimos y prohibimos lo que promocionamos”. En este sentido se perfila la contradicción a la que constantemente se somete el ayuntamiento de la ciudad; el ejemplo del skate, o de los graffiti nos sirven para sacar a relucir claramente esta situación. <br /><br /> <br /><br /><br /><br />Barcelona es conocida internacionalmente en el mundo del skate por albergar un urbanismo de espacios abiertos como la Plaza de Universitat, o Plaza de les Ángels (MACBA), que supone el terreno ideal para la práctica de este deporte y atrae en verano a miles de peregrinos ansiosos por disfrutar de su tabla. <br /><br /> <br /><br />Lo mismo ocurre con los graffiti, a los que incluso se presenta en exposiciones que lo elevan a la categoría de arte oficial, y se realizan eventos y encuentros –muchos promocionados por el municipio- que cuentan con las experiencias de graffiteros venidos de distintas partes del mundo. Este caché urbano y cultural que ostenta Barcelona, lo capitaliza en imagen, es decir, en marketing urbano que le ayuda a reinventar continuamente la idea internacional que produce la marca Barcelona. <br /><br /> <br /><br />Es en este marco donde se intenta desesperadamente buscar un equilibrio entre la explotación del libre desarrollo de las subjetividades urbanas y el mantenimiento de su control, aplicando en ocasiones una gestión punitiva del espacio urbano. Es precisamente ese amplio abanico de formas de entender la vida, de presentarse en sociedad, lo que deviene materia prima fundamental de ese Life style del que hace gala Barcelona en las pasarelas urbanas de medio mundo.Jorge Morunohttp://www.blogger.com/profile/10004336038431739666noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1016776039688615529.post-28826018636289768292009-02-19T17:41:00.000-08:002009-02-20T09:15:33.304-08:00Postfordismo y las 65 horas. Artículo publicado en el Setmanari La Directa en el mes de Diciembre del 2008El 19 de diciembre se votará en el Parlamento Europeo la sonada directiva de las 65 horas, ante la incredulidad de gran parte de la población que en principio desecha la idea de su hipotética puesta en práctica. Un asunto que quizás no tiene la relevancia social y política que se merece, a lo que se suma un contexto de crisis global que sin duda no arroja luz de cara a mejorar la situación de los trabajadores y trabajadoras.<br /><br />La razón de ser de esta directiva nace, por un lado, de la necesidad de moldear una mano de obra que tenga el menor índice de lastre posible a la hora de aceptar condiciones de flexibilidad, dinamismo y sumisión, virtudes que ya resultan imprescindibles para la producción postfordista. Deviene prioritario redibujar el mapa de los derechos laborales con una directiva donde la relación capital-trabajo se desregule, y como consecuencia los contratos adquieran un carácter puramente privado entre empresa y trabajador, borrando todo resto colectivo de la producción.<br /><br />En segundo lugar la directiva se inscribe en un contexto con un claro tinte Neoliberal, que el capital europeo tiende a recrudecer al mercantilizar la gestión de los servicios públicos como la educación, la sanidad o los transportes. Sometiendo a la lógica del beneficio los últimos reductos vírgenes que forman parte del patrimonio común y colectivo de las personas, como también generando un fuerte impacto sobre grandes capas poblacionales a las que se dificulta su acceso a los bienes básicos<br />Tanto las 65 horas como la directiva de la vergüenza contra los migrantes, guardan entre sí una estrecha relación funcional al servir de tapadera jurídica con la que intentar controlar, dividir y constreñir a las multitudes contemporáneas equilibrando los flujos y tiempos del trabajo vivo.<br /><br />Ambas actúan como una prótesis avanzada que mejora y otorga nuevos derechos al mando capitalista, que desesperadamente trata de someter a las subjetividades que ya no puede disciplinar, sino únicamente marcar los limites, neutralizar y controlar.<br />Dicho esto, no implica que de un día para el otro el escenario laboral mute por completo. Posiblemente se de un proceso gradual y heterogéneo, que poco a poco dibuje un mapa laboral europeo donde se llegue a naturalizar con el tiempo una realidad constituida como lineal y anacrónica, de igual manera que hoy día, la temporalidad es un ingrediente cotidiano para las nuevas generaciones.<br /><br />Son los trabajadores emergentes, los que ya no disfrutan de convenios colectivos fordistas que garanticen cierta estabilidad, los que sufrirán de lleno la directiva al deshilacharse las mallas protectoras de las que disfrutaba el proletariado cuando vivía encerrado en la fábrica con el capital. Manteniendo la capacidad negociadora y de presión por convenios que, (sin animo de revocar tiempos pasados de manera gloriosa), si que aportaban cierta certidumbre de cara a poder planificar sus vidas.<br /><br />* Seremos agentes libres nos dicen, que sin intermediario alguno tendremos que surcar las aguas del mercado sin más herramientas que poner en venta nuestras capacidades individuales, a expensas de lo que ofrezcamos sea lo suficientemente escaso para así lograr una relación contractual favorable. Pero en un mundo dominado por compradores (Capital), seremos muchos los que nos ahogaremos y nuestro oxígeno para sobrevivir viene envenenado al encontrarnos libremente coaccionados para aceptar jornadas y condiciones degradantes.<br /><br />El Capital hegemoniza la falacia en la cuál el material de los ladrillos que edifican nuestras relaciones son individuales y privados, pero paradójicamente él mismo precisa para su funcionamiento parasitar nuestra producción construida colectivamente. En una sociedad como la nuestra donde la acumulación de capital tiende a residir dentro de un marco europeo, las luchas venideras y especialmente las que se libren contra las 65 horas deben enfrentarse en el campo de batalla donde se juega la realidad, que no es otro que Europa.<br /><br /><em>*Bifo “La fábrica de la infelicidad” Ed, Traficantes de sueños</em>Jorge Morunohttp://www.blogger.com/profile/10004336038431739666noreply@blogger.com0