miércoles, 16 de marzo de 2011

La comunicación como campo de batalla: El absolutismo de la extrema derecha y la iniciativa de la Tuerka CMI

En los últimos años el conjunto de la escena mediática ha ido tomando cada vez más una tonalidad casposa con clara orientación a la derecha. La entrada en vigor de la TDT ha catapultado como nunca antes todo un abanico de cadenas, que presentándose como independientes –gran concepto liberal para separar política de economía-, logran hegemonizar una cuota creciente de la audiencia. No voy a entrar tanto en la política de medios que ha seguido Zapatero, al ceder lo que sea con tal de beneficiar a sus allegados, o en la consecuente actitud de Esperanza Aguirre ofreciendo todo tipo de facilidades disponibles para mejorar su difusión. Más bien me interesa que al parecer, tras un tiempo de letargo, la derecha más cavernícola está dispuesta a volver con fuerzas renovadas, a reclamar su pedazo de pastel ideológico y extender su discurso cancerígeno.

Se ha abierto la caja de pandora; se han dado cuenta de que no pasa nada por gritar a viva voz barbaridades, por denigrar orientaciones sexuales, humillar orígenes culturales y sensibilidades nacionales, por mofarse de la emancipación de la mujer y detestar los derechos conquistados por la clase trabajadora. Su propio miedo escénico, se ha desvanecido al observar que enfrente tienen una ciudadanía con un carácter que oscila entre la indiferencia, la receptividad y entre los menos, la indignación. No hay razón entonces, para no extenderla semilla de una derecha postmoderna que nada en río revuelto como pez en el agua, entre el descontento, la frustración y la incomprensión de una realidad cambiante; aprovechando el derrumbe e influencia de algunas de las clásicas instituciones –partido, sindicatos, AAVV etc..-, que estructuraban marcos de referencia ideológica más difíciles de permear.

La confusión es el terreno donde mejor se maneja el retorno –e innovación- de valores excluyentes y el aumento de las teorías del darwinismo social. Éste es el punto de no retorno donde una izquierda pusilánime, enfrascada en la convicción de su superioridad moral y cultural, ha cedido durante mucho tiempo el espacio de la incorrección política y de la defensa ardiente de sus intereses, algo que ahora lo está pagando muy caro. Refugiarse en la indiferencia altiva ante unos discursos formalmente insultantes a la inteligencia humana, pero materialmente influyentes entre la población, no deja de ser un ejercicio narcisista y políticamente inútil. La caverna postmoderna parece haber comprendido mejor que la izquierda que en la economía digital, la construcción de sentido común pasa por su expansión en las formas de comunicación. No por nada las palabras comunidad y comunicación comparten la misma raíz, entendiendo la segunda como el vehículo que transmite la cultura proyectada sobre la primera: sin comunicación no hay comunidad. La producción de sentidos y significados –semiosis-, que inoculan valores compartidos adquieren una función central en un capitalismo cuyo recurso más preciado, descansa sobre el manejo de información, el trato de los signos y la capacidad comunicativa.La derecha ha sabido captar que su supervivencia, también pasa por elaborar marcos de referencia, brújulas que guían y encuadran sus respuestas a los problemas contemporáneos de la sociedad.

Esta es, a mi juicio la principal apuesta de la tertulia política emitida en la televisión Tele-K, la Tuerka Con Mano Izquierda, que con grandes limitaciones yrecursos precarios intenta aportar un destello de luz a la nefasta y preocupante opción política mediática. Cabe perfilar infinitos aspectos e incorporar la inteligencia creativa, los tiempos y responsabilidades de muchas personas, pero haciendo una comparación entre la primera emisión del programa con la de los últimos, los resultados son claramente favorables. Se ha mejorado en estética, en producción y puesta en escena, se han incorporado y dinamizado secciones como “la ciudad es mi campo de batalla” y aumenta la capacidad de discusión con ponentes que exceden el humilde marco de la Tuerka. Queda por supuesto esforzarse por democratizar el lenguaje, fomentar la excitación del debate, pero sobretodo faltan recursos económicos. Organizar un sólo programa a la semana conlleva un desgaste tremendo en términos mentales y de disponibilidad horaria, más aún, cuando la variable de tener que buscarse un sustento del que vivir limita la evolución de cualquier proyecto que pretenda ser serio. Tiempo para generar ingresos, dinero personal para subsanar gastos y toda la batería de mediocridades a las que se ve obligada la izquierda para sacar algo adelante.

En ocasiones se gasta más tiempo y esfuerzo en sostener económicamente un proyecto, que en desarrollarlo, lo que nos coloca a la izquierda en una coyuntura económicamente infantil. Por esta razón, algo que no cuesta más esfuerzo que un click de ordenador, como es suscribirse al canal de youtube de la Tuerka, supone un gesto importante de cara al mantenimiento del proyecto; se necesitan al menos 2000 suscriptores para empezar a creer que se puede extraer dinero y así ayudar a su mantenimiento. Se espera que la tuerka CMI pueda aportar nuevas ilusiones junto con la red de iniciativas transformadoras que tienen lugar aquí y allá. Empecemos a perder el miedo y las formas, a convencernos de que la cultura y la combatividad hacen buena pareja, porque de nada sirve defender la alegría sin organizar la rabia y viceversa. A ellos ya no les da vergüenza sacar a relucir sus miserias, es más, lo han convertido en su principal activo, ya va siendo hora de que la izquierda les recuerde lo que realmente son. Como dice Slavoj Zizek, tomando hoy las palabras enunciadas por Gramsci al definir una época que se inaugura con la Primera Guerra Mundial; “el viejo mundo está agonizando y el nuevo mundo lucha por nacer: ahora es el tiempo de los monstruos”

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